lunes, 16 de febrero de 2015

La felicidad es un trayecto, no un destino.

Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces después de tener otro.
Entonces nos sentimos frustrados de que los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos  felices cuando lo sean. Después de eso nos frustramos por que son adolescentes (difíciles de
tratar). Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esa etapa.
Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo o
esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor auto o una mejor casa, cuando
nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados...
La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que AHORA. Si no es
ahora? , Cuando? Tu vida siempre estará llena de retos. Es mejor admitirlos
y decidir ser felices de todas formas. Una de mis frases favorita es de Souza, dijo: "Por largo tiempo parecía para
mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre
había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin
terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar, entonces la vida
comenzaría. Hasta que me dí cuenta que esos obstáculos eran mi vida.
 Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la  felicidad. la felicidad es el camino.
Así que atesora cada momento que tienes, y atesóralo más cuando lo
compartiste con "alguien especial", lo suficientemente especial para compartir tu tiempo, y recuerda que el tiempo no espera por nadie...
Así que deja de esperar hasta que termines la escuela, hasta que vuelvas a
la escuela, hasta que bajes 10 kilos, hasta que tus hijos se vayan de casa,
hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche,
hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, hasta el verano, o hasta
que mueras, para decidir que no hay mejor momento que este para ser feliz...
La felicidad es un trayecto, no un destino.
Pensamiento para la vida: Trabaja como si NO necesitaras dinero, Ama  como si
nunca te hubieran herido, y baila como si NADIE te estuviera viendo...


El elefante del circo.


Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de tajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a algún maestro, a mi padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvía a probar, y también al otro y al que seguía... hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquélla impotencia que se siente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... Jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez... Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos hacer" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo "no puedo... no puedo y nunca podré", perdiendo una de las mayores bendiciones con que puede contar un ser humano: la fe.

Perdonar y agradecer

Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: "Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro". Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado comenzó a ahogarse, y le salvó su amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: "Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida". Intrigado, el amigo preguntó: "¿Por qué después que te pegué escribiste en la arena y ahora en cambio escribes en una piedra?". Sonriendo, el otro amigo respondió: "Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo. Pero cuando nos ayuda, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento podrá borrarlo"

Papá , ¿Cuánto ganas?


La noche había caído ya. Sin embargo, un pequeño hacía grandes esfuerzos por no quedarse dormido; el motivo bien valía la pena: estaba esperando a su papá.
Los traviesos ojos iban cayendo pesadamente, cuando se abrió la puerta; el niño se
incorporó como impulsado por un resorte, y soltó la pregunta que lo tenía tan inquieto:
-Papi, ¿cuánto ganas por hora? –dijo con ojos muy abiertos.
El padre, molesto y cansado, fue tajante en su respuesta:
-Mira hijo, eso ni siquiera tu madre lo sabe, no me molestes y vuelve a dormir, que ya es muy tarde.
-Si papi, sólo dime, ¿cuánto te pagan por una hora de trabajo? –reiteró suplicante el niño.
Contrariado, el padre apenas abrió la boca para decir:
-Ochocientos pesos.
-Papi, ¿me podrías prestar cuatrocientos pesos? –preguntó el pequeño.
El padre se enfureció, tomó al pequeño del brazo y en tono brusco le dijo:
-Así es que para eso querías saber cuánto gano, ¿no?. Vete a dormir y no sigas fastidiando, muchacho....
El niño se alejó tímidamente y el padre, al meditar lo sucedido, comenzó a sentirse culpable: "Tal vez necesita algo", pensó, y queriendo descargar su conciencia se asomó al cuarto de su hijo y con voz suave le preguntó:
-¿Duermes hijo?
-Dime papi, respondió él entre sueños.
-Aquí tienes el dinero que me pediste.
-Gracias papi –susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada, de donde sacó unos billetes arrugados-. ¡Ya completé! –gritó jubiloso-.
Tengo, ochocientos pesos..., ahora papá:
¿ME PODRÍAS VENDER UNA HORA DE TU TIEMPO?

La joya


Un monje andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su talega. Un día se encontró con un viajero y, al abrir su talega para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más. El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días. Sin embargo, pocos días después volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó: "Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya.
Dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí".

LAS DOS RANITAS.


Resulta que había dos ranitas que aprovechando su día libre
salieron a pasear por una hermosa mansión. Cuando llegaron
a la cocina en busca de algo de comer, se resbalaron en unas
gotas de aceite para caer en una gran olla de crema.
Ambas desesperadas comenzaron a defenderse de la masa
movediza que las iba devorando, hasta que una de ella dijo:
-Querida amiga ha llegado mi hora, por más que me esfuerce
nunca podré salir con vida de esta situación, no tengo opción yo
me entrego, mi vida ha terminado... Y dejando de patalear, lenta
mente fue desapareciendo de la superficie.
La amiga, por su parte pensó: Yo no sé si hoy es mi día, así que
no me entregaré, en todo caso seguiré luchando hasta que Dios
me llamé, pero que antes observe que hice todo lo imposible para conservar mi
vida. La ranita siguió sin descanso moviendo sus patas, y lo hizo
con tanta decisión y con tanta voluntad, que sin darse cuenta la crema se convirtió
en manteca, pudiendo pisar firme y escapar tranquilamente.

La última pregunta


Durante mi último curso en la escuela, nuestro profesor nos puso un examen. Leí rápidamente todas las preguntas, hasta que llegué a la ultima, que decía así: ¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela? Seguramente era una broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Era alta, cabello oscuro, como de cincuenta anos, pero... ¿cómo iba yo a saber su nombre? Entregué mi examen, dejando la última pregunta en blanco. Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen. Por supuesto, dijo el profesor. En sus vidas ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes. Todas merecen su atención y cuidado, aunque solo les sonrían y digan: !Hola! Yo nunca olvidé esa lección.
También aprendí que su nombre era Dorothy.

¡MAL CARÁCTER!


Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.
El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.
Descubrió que era más fácil controlar su carácter durante todo el día.
Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.
Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: "Has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves".
Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero el modo cómo se lo digas lo devastará y la cicatriz perdurará para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como la ofensa física. Los amigos son joyas preciosas. Nos hacen reír y nos animan a seguir adelante. Nos escuchan con atención y siempre están dispuestos a abrirnos su corazón. Tenlo siempre presente.

El árbol de las manzanas


Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo apreciaba mucho y todos los días jugaba a su alrededor. Trepaba por
 el árbol, y le daba sombra. El niño amaba al árbol y el árbol amaba al niño. Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol. Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste: "¿Vienes a jugar conmigo?". Pero el muchacho contestó: "Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos". "Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero... pero puedes tomar todas mis manzanas y venderlas. Así obtendrás el dinero para tus juguetes". El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó: "¿Vienes a jugar conmigo?". "No tengo tiempo para jugar. Debo trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?". "Lo siento, no tengo una casa, pero... puedes cortar mis ramas y construir tu casa". El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario. Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. "Vienes a jugar conmigo?", le preguntó el árbol. El hombre contestó: "Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?". El árbol contestó: "Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz". El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo. Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: "Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte, ni siquiera manzanas". El hombre replicó: "No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar... ahora ya estoy viejo. Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años...". Entonces el árbol, con lágrimas en sus ojos, le dijo: "Realmente no puedo darte nada... lo único que me queda son mis raíces muertas, pero las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa". El hombre se sentó junto al árbol y éste, feliz y contento, sonrió con lágrimas

Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá... Cuando crecemos los dejamos... Sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas... No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Parece que el muchacho es cruel contra el árbol... pero es así como nosotros tratamos a veces a nuestros padres.
 Valoremos  a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado.

La botella


Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: "Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar".
El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua... ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca... o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás?
Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia... Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase: "Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente".

El caballo en el pozo


Un campesino, que luchaba con muchas dificultades, poseía algunos caballos para que lo ayudasen en los trabajos de su pequeña hacienda. Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil sacar el caballo de allí. El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y evaluó la situación, asegurándose que el animal no se había lastimado. Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate. Tomó entonces la difícil decisión de decirle al capataz que sacrificase el animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo, allí mismo.
Y así se hizo. Comenzaron a lanzar tierra dentro del pozo de forma de cubrir al caballo. Pero, a medida que la tierra caía en el animal este la sacudía y se iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo para ir subiendo. Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente consiguió salir.
Si estás "allá abajo", sintiéndote poco valorado, y otros lanzan tierra sobre ti, recuerda el caballo de esta historia. Sacude la tierra y sube sobre ella.

El Tiempo: La mejor expresión de amor


Es posible evaluar la importancia que le asignamos a algo considerando el tiempo que estamos dispuestos a dedicarle. Cuanto más tiempo le dedicamos a algo, más evidente resulta la relevancia y el valor que tiene para nosotros. Si quieres conocer las prioridades de una persona, fíjate en cómo usa el tiempo. 

El tiempo es el regalo más preciado que tenemos porque es limitado. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar. Nuestro tiempo es nuestra vida. El mejor regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo. 

No es suficiente decir que las relaciones son importantes: debemos demostrarlo en nuestras acciones, invirtiendo tiempo en ellas. Las palabras por sí solas nada valen: “No solamente debemos decir que amamos, sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos”. Las relaciones exigen tiempo y esfuerzo. Amor se deletrea así: 

La esencia del amor no es lo que pensamos o hacemos o aportamos a los demás; antes bien, es cuánto entregamos de nosotros mismos. A los hombres, en particular, les cuesta entender esto. Muchos dicen: !Te Quieren a Tí!. Quieren tu ojos, tus oídos, tu tiempo, tu atención, tu presencia, tu interés: Tú Tiempo. 

El mejor regalo de amor no son los diamantes ni las rosas ni los dulces. Es brindar tu concentración. El amor se concentra tanto en otra persona que por un instante uno se olvida quien es. La atención dice: 

Siempre que dediques de tu tiempo, estarás haciendo un sacrificio, y el sacrificio es la esencia del amor. 

ES POSIBLE DAR SIN AMAR, PERO NO SE PUEDE AMAR SIN DAR. 

AMAR ES ENTREGARSE: DEJAR DE LADO MIS PREFERENCIAS, COMODIDAD, OBJETIVOS PERSONALES, SEGURIDAD, DINERO, ENERGÍA Y TIEMPO PARA EL BENEFICIO DE LOS DEMÁS. 

Recuerda siempre esto: 

EL MEJOR REGALO QUE LE PUEDES DAR A ALGUIEN ES: 

“TU TIEMPO”

paciencia

¿Existe el Mal?


Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: - ¿Dios creó todo lo que existe? 

Un estudiante contestó valiente: -Sí, lo hizo. - ¿Dios creó todo? -Sí señor, respondió el joven. 

El profesor contestó: -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo. 

El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe Cristiana era un mito. 

Otro estudiante levantó su mano y dijo: - ¿Puedo hacer una pregunta, profesor? 

-Por supuesto, respondió el profesor. 

El joven se puso de pie y preguntó: -¿Profesor, existe el frío? 

- ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío? 

El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor. 

-Y, ¿existe la oscuridad?” continuó el estudiante. 

El profesor respondió: -Por supuesto. 

El estudiante contestó: -Nuevamente se equivoca, señor. La oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no; incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente. 

Finalmente, el joven preguntó al profesor: -Señor: ¿existe el mal? 

El profesor respondió: -Por supuesto que existe. Como lo mencioné al principio, vemos violaciones
, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal. 

A lo que el estudiante respondió: - El mal no existe, señor… o al menos no existe por si mismo. 

-El mal es simplemente la ausencia de Dios… es, al igual que en los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios…. no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen, como existe el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz. 

Entonces el profesor, después de asentar con la cabeza, se quedó callado. 

EL JOVEN SE LLAMABA ALBERT EINSTEIN


reflexion

El hombre y el mundo


Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. 

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención. 

De repente se encontró con una revista en donde venía el mapa del mundo ¡Justo lo que precisaba!. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: -”Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de nadie”.

Entonces calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. -”Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”. 

Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. 

Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? 

-Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste armarlo? 

-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre… 

Así que dí vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que si sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.

Historias cortas para reflexionar...te tocarán el corazón

El Sol y El Viento

El sol y el viento discutían sobre cuál de dos era más fuerte. 

La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. Viendo que por el camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas desarrollándolas contra él. 

-Vas a ver – dijo el viento - como con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro sus vestiduras. 

Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuantos más esfuerzos hacían, el hombre más oprimía su capa, gruñendo contra el viento, y seguía caminando. El viento encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba su capa. Comprendió el viento que no era posible arrancarle la capa. 

Sonrió el Sol mostrándose entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre, que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el hombro. 

-Ya ves - le dijo el Sol al Viento - como con la bondad se consigue más que con la violencia. 

Los seres humanos deberíamos pensar profundamente acerca de nuestras acciones. Utilizamos la violencia, la ironía, la agresividad, la sorna y la burla para tratar de lograr nuestros objetivos. Pero no nos damos cuenta de que, la mayoría de las veces, con esos métodos, son más difíciles de alcanzarlos. Siempre una sonrisa puede lograr mucho más que el más fuerte de los gritos. Y basta con ponerse por un momento en el lugar de los demás para comprobarlo. ¿Preferimos una sonrisa o un insulto?… ¿Preferimos una caricia o una bofetada?… ¿Preferimos una palabra tierna o una sonrisa irónica?… Pensemos que los demás seguramente prefieren lo mismo que nosotros… Entonces tratemos a nuestros semejantes de la misma manera en la que nos gustaría ser tratados… Así veremos que todo será mejor… Que el mundo será mejor… Que la vida será mejor…



Las siete maravillas


Un grupo de estudiantes de geografía, estudiaban las Siete Maravillas del Mundo. Al término de la clase, se les pidió hacer una lista de las que ellos consideraban deberían ser actualmente las Siete Maravillas del Mundo. 

A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente: 

Las Pirámides de Egipto. 
El Taj Mahal. 
El Gran Cañón. 
El Canal de Panamá. 
El Empire State. 
La Basílica de San Pedro. 
La Muralla China. 



Mientras se hacía la votación el maestro notó, que una estudiante permanecía callada y no había entregado aún su lista. Así que le preguntó si tenía problema para terminar de hacer su elección. 

La muchacha tímidamente respondió. -Si, un poco. No podía decidirme pues son tantas las maravillas. 

El maestro dijo: -Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos ayudarte. 

La muchacha titubeo, y después leyó, Creo que las Siete Maravillas del Mundo son: 

Poder tocar. 
Poder saborear. 
Poder ver. 
Poder escuchar. 

Titubeando un poco continúo: 

Poder sentir. 
Poder reír. 
Y… Poder amar. 



Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto. 

Es muy sencillo para nosotros poder ver muchas de las hazañas del hombre y referirnos a ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas las maravillas que Dios hizo por nosotros y que son sencillamente “comunes”. 

¡Que hoy te acuerdes de aquellas cosas que son realmente Maravillosas!

¿Las 7 Maravillas? Quizá hay otras "menos comunes"...

Leyenda de una mujer


Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá adentro le decía: -”Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal. Pero recuerda algo: después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal…” 

La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso al niño en el piso y empezó a juntar, ansiosamente, todo lo que podía en su delantal. La voz misteriosa habló nuevamente. -“Tienes solo ocho minutos…” 

Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró…..Recordó, entonces, que el niño quedó adentro y la puerta estaba cerrada para siempre. La riqueza duró poco y la desesperación… ¡para el resto de su vida!. 

Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir en este mundo y una voz siempre nos advierte: “Y No te olvides de lo principal!” 

Y lo principal son los valores espirituales, la oración, la vigilancia, la familia, los amigos, la vida. Pero la ganancia, la riqueza, los placeres materiales nos fascinan tanto que lo principal siempre se queda a un lado….

Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial ” Los tesoros del alma!”. Que jamás nos olvidemos que la vida en este mundo, pasa rápido y que la muerte llega inesperadamente. 

Y que cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán las lamentaciones. 

Ahora….piensa por un momento que es lo principal en tu vida…… 

“Que cosa extraña es el hombre: Nacer no pide, Vivir no sabe, Morir no quiere“

madre

Los dos sacos

Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas. 

Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo: -Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas. 

En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar era muy poco. 

Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos, el respondió: -En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás, contiene todos mis errores. Los llevo consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos. 

Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: -El saco que llevo al frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco “lejos de ser una carga” me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el trayecto.


Manejo de la tensión


Un conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión. Levantó un vaso con agua y preguntó al auditorio: 

-¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua? 

Las respuestas variaron entre 20 y 500 gramos. Entonces el conferencista comentó: 

-No importa el peso absoluto. Depende de cuánto TIEMPO voy a sostenerlo. Si lo sostengo por un minuto, no pasa nada. Si lo sostengo durante una hora, tendré DOLOR en mi brazo. Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar una ambulancia. Pero es exactamente el MISMO peso, pero entre más tiempo paso sosteniéndolo, más pesado se va volviendo. 

Y concluyó: 

-Si cargamos nuestros PESARES todo el tiempo, luego, más temprano o más tarde, ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez MAS PESADA. Lo que tienes que hacer es DEJAR el vaso en algún lugar y descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente. Tienes que dejar la carga de lado periódicamente, ¡de la forma que sea! 

-Es reconfortante y te vuelve capaz de continuar. Entonces, antes de que vuelvas esta noche a tu casa, deja afuera el pesar, en un rincón. No lo lleves a tu casa. Mañana podrás recogerlo otra vez, al salir.


-La vida es corta… ¡Aprovéchala!


Abuelo

Para pensarlo


Hoy tenemos edificios más altos y autopistas más anchas, pero temperamentos más cortos y puntos de vista más estrechos. 

Gastamos más, pero disfrutamos menos. 

Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas. 

Tenemos más compromisos, pero menos tiempo. 

Tenemos más conocimientos, pero menos criterio. 

Tenemos más medicinas, pero menos salud. 

Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores. 

Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado. 

Hemos llegado a la Luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino. 

Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior. 

Tenemos mayores ingresos, pero menos moral. 

Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría. 

Con más comida, pero menos nutrición. 

Son días que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios. 

Son tiempo de casas más lindas, pero más hogares rotos. 

Por todo esto, propongo que de hoy en adelante, no guardes nada “Para una ocasión especial”, porque cada día que vivas es una ocasión especial. 

Busca a Dios, aprende a conocerle, lee más, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas. 

Pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos, come tu comida referida, visita los sitios que ames. 

La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es solo para sobrevivir. 

Usa tus copas de cristal, no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que te den ganas de hacerlo. 

Las frases “Uno de estos días”, “Algún día”, quítalas de tu vocabulario. Escribamos aquella carta que pensábamos escribir, “Uno de estos días”. 

Digamos hoy a nuestros familiares y amigos, cuanto los queremos. 

Por eso, no retardes nada que agregaría risa y alegría a tu vida. 

Cada día, hora, y minuto son especiales… y no sabes si pudiera ser el último… 

Si estas tan ocupado y no puedes tomarte unos minutos para mandar este mensaje a alguien que tu quieras, y dices a ti mismo que lo enviaras “Uno de estos días” piensa que “Uno de estos días” puede estar muy lejos.

esperanza

Pagado con un vaso de leche

Un joven que pagaba sus estudios trabajando de vendedor ambulante, sentía hambre pero no tenía dinero para almorzar. Decidió vencer la vergüenza que le daba mendigar y pedir algo de comer en la próxima puerta que tocase. No obstante, perdió su nervio cuando una hermosa joven le abrió la puerta. En lugar de pedir comida pidió solo un vaso de agua. 

Ella, sin embargo, se apiadó de el y le trajo un vaso de leche. El se lo tomó tímidamente y preguntó, -¿Cuanto le debo? 

-No me debe nada, respondió ella. -Mi madre nos enseñó a nunca aceptar pago por hacer un favor. 

-Entonces le agradezco de corazón, respondió el joven. 

Aquel joven llamado Howard Kelly se fue de aquella casa, no solo sintiéndose fortalecido en su cuerpo sino también en su fe en Dios y en la humanidad. Antes del incidente estaba pensando en rendirse y renunciar. 

Muchos años mas tarde aquella joven, ya mayor, se enfermo gravemente. Los doctores locales estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron al hospital de una gran ciudad donde practicaba un famoso especialista en aquella enfermedad. 

Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva paciente y del pueblo de procedencia, inmediatamente se levantó y fue a verla. La reconoció inmediatamente. Volvió a su oficina resuelto a hacer todo lo posible para salvar su vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó. 

Por su parte la señora andaba muy preocupada sabiendo que el precio de su estancia en el hospital sería astronómico. Sin que ella supiese, el doctor envió órdenes que le pasaran a el la cuenta final. Después de examinarla escribió un mensaje al pie de la cuenta antes de que fuese enviada a la señora. 

Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que pasaría el resto de sus días pagándola. Finalmente miró y cual fue su asombró cuando leyó al pie de la lista de enormes cifras: 

Todo Pagado por completo con un vaso de leche. 
Firmado: Dr. Howard Kelly.



Siete frases para mejorar la comunicación con la familia


1.- Te Amo 

Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le diga: “te amo”. Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el resultado. 

2.- Te Admiro 

En la familia, cada miembro tiene alguna cualidad o habilidad que merece reconocimiento: Todos, en algún momento, sentimos la necesidad de que se nos reconozca algún logro o meta alcanzada… ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste esto a alguien? 

3.- ¡Gracias! 

Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que expresarle un ¡gracias!, no en forma mecánica, sino con pleno calor humano. 

4.- Perdóname, me equivoqué 

Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: “perdóname, me equivoqué”. 

5.- Ayúdame, te necesito 

Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o necesidad de otros, estamos en un grave problema. No te reprimas. ¡Pide ayuda! Que también son muy importantes las palabras. 

6.- ¡Te escucho…háblame de tí! 

¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: “A ver, háblame, qué te pasa?”. Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan sólo escuchásemos lo Que nos tratan de decir. 

7.- ¡Eres especial! 

Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuanto ellos significan para ti.

feliz

La ventana del hospital


Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación en el hospital. A uno de ellos se le permitía estar sentado una hora todas las tardes para que los pulmones drenaran sus fluidos. Su cama daba a la única ventana de la habitación. 

El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar, dónde habían estado de vacaciones. 

Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el tiempo describiendo a su compañero lo qué veía por la ventana. Éste, solamente vivía para esos momentos donde su mundo se expandía por toda la actividad y color del mundo exterior. 

La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes jugaban en el agua mientras los niños capitaneaban sus barcos teledirigidos. Jóvenes amantes andaban cogidos de la mano entre flores de cada color del arco iris. Grandes y ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del cielo sobre la ciudad se podía ver en la lejanía. 

Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con exquisito detalle, el hombre al otro lado de la habitación cerraba sus ojos e imaginaba la pictórica escena. 

Una cálida tarde el hombre de la ventana describió un desfile en la calle. Aunque el otro hombre no podía oír la banda de música- se la imaginaba conforme el otro le iba narrando todo con pelos y señales. Los días y las semanas pasaron. 

Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el cuerpo. Tan pronto como consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el hombre estaba cómodo, le dejó solo. 

Lentamente, dolorosamente, se apoyó sobre un codo para echar su primer vistazo fuera de la ventana. Finalmente tendría la posibilidad de verlo todo con sus propios ojos. 

Se retorció lentamente para mirar fuera de la ventana que estaba al lado de la cama. Daba a un enorme muro blanco. El hombre preguntó a la enfermera qué había pretendido el difunto compañero contándole aquel maravilloso mundo exterior. 

Y ella dijo: - Quizás sólo quería animarle.

paciencia

El Tazón de madera


El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y su esposa se cansaron de la situación. 

-Tenemos que hacer algo con el abuelo, dijo el hijo. -Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo. 

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera. 

De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio. 

Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: -¿Qué estás haciendo? 

Con la misma dulzura el niño le contestó: -Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos. Sonrió y siguió con su tarea. 

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer. 

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel. 

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo. Seamos instructores sabios y modelos a seguir. 

He aprendido que puedes decir mucho de una persona por la forma en que maneja tres cosas: un día lluvioso, equipaje perdido y luces del arbolito enredadas. 

He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo. 

He aprendido que aún cuando me duela, no debo estar solo. 

La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca cómo los hiciste sentir.

¿Que es la riqueza?


¿Que es la riqueza? 
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta: 

¿Qué es la riqueza? 

El primer grupo contestó de la siguiente manera: 

Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho dinero. 

Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y muy bien pagados. 

Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW. 

Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita. 

Gerente: tener la empresa en niveles de ganancia altos y crecientes. 

Atleta: ganar fama y reconocimiento mundial, para estar bien pagado. 


El segundo grupo contestó lo siguiente: 

Preso de por vida: caminar libre por las calles. 

Ciego: ver la luz del sol y a la gente que quiero. 

Sordo: escuchar el sonido del viento y cuando me hablan. 

Mudo: poder decir a las personas cuánto las amo. 

Inválido: correr en una mañana soleada. 

Persona con una enfermedad terminal: Poder vivir un día más. 

Huérfano: Poder tener a mi mamá, mi papá, mis hermanos, y mí Familia. 


“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas cosas que no cambiarías por dinero”

esperanza 

Historias cortas para reflexionar...te tocarán el corazón

El pescador


Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño cuando llegó un bote con un solo pescador. 

Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó ¿cuánto tiempo le había tomado pescarlos? 

El pescador respondió que sólo un de poco tiempo. 

El americano luego le preguntó ¿porqué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado? 

El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. 

El americano luego preguntó ¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo? 

El pescador dijo, "duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi señora María, caigo todas las noches al pueblo donde tomo vino y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida "placentera y ocupada". 

El americano replicó, "Soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes y eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. 

En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías, hacer directamente a un procesador y eventualmente abrir tu propia procesadora. 

Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. 

Deberías salir de este pequeño pueblo e irte a La Capital, donde manejarías tu empresa en expansión". 

El pescador preguntó, ¿Pero, cuánto tiempo tarda todo eso? 

A lo cual respondió el americano, "entre 15 y 20 años". 

"¿Y luego qué?" 

El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte. 

"Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones) y vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones. 

"Millones ... y ¿luego qué?" 

Dijo el americano: "Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta con tu mujer, caer todas las noches al pueblo donde tomas vino y tocas guitarra con tus amigos". 

El pescador respondió: "¿Acaso eso no es lo que tengo ya?" 

MORALEJA: 
Cuántas vidas desperdiciadas buscando lograr una felicidad que ya se tiene pero que muchas veces no vemos. 
La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal por aquello que no tenemos. 
"Si lloras por haber perdido el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas" 
¡LA FELICIDAD ES UN TRAYECTO, NO UN DESTINO!

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