viernes, 25 de marzo de 2016

VULNERABILIDAD.

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El Maestro ofreció la solución perfecta a un matrimonio que nunca dejaba de reñir.

Les dijo: "Sencillamente, dejad de reclamar como un derecho lo que podéis pedir como un favor".

Las riñas cesaron al instante.

domingo, 20 de marzo de 2016

ESCLARECIMIENTO


Discutían en cierta ocasión los discípulos acerca de la utilidad de la lectura. Para unos se trataba de un pérdida de tiempo, mientras que no era así para otros.

Cuando pidieron su opinión al Maestro, éste dijo: "¿Habéis visto alguna vez un texto en el que las notas consignadas al margen por un lector resultan ser tan esclarecedoras como el propio texto?"

Los discípulos asintieron con la cabeza.

"La vida", dijo el Maestro, "es uno de esos textos".

DEFINICIONES

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El Maestro sentía una fascinación casi pueril por los inventos modernos. Y el día en que por primera vez vio una calculadora de bolsillo apenas podía reponerse de su asombro.

Más tarde, y en un tono muy afable, dijo: "Parece que hay mucha gente que posee una de estas calculadoras, pero no tienen en sus bolsillos nada que merezca la pena calcular".

Cuando, unas semanas más tarde, un visitante preguntó al Maestro, qué era lo que enseñaba a sus discípulos, el Maestro le respondió: "Les enseño a establecer correctamente el orden de prioridades: es mejor tener dinero que calcularlo; es mejor tener la experiencia que definirla".

FRUSTRACIÓN


Los discípulos no podían comprender la manera, aparentemente tan arbitraria, en que a unas personas se las aceptaba y a otras se las rechazaba para el discipulado.

Pero lograron hacerse una idea el día en que oyeron decir al Maestro: "No tratéis de enseñar a un cerdo a cantar, porque perderéis el tiempo y conseguiréis irritar al cerdo".

OPRESIÓN

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El Maestro siempre permitía que cada cual creciera a su propio ritmo. Que se sepa, nunca pretendió "presionar" a nadie. Y él mismo lo explicaba con la siguiente parábola:

            "Una vez, al observar un hombre cómo una
            mariposa luchaba por salir de su capullo, con
            demasiada lentitud para su gusto, trató de 
            ayudarla soplando delicadamente. Y en efecto,
            el calor de su aliento sirvió par acelerar el 
            proceso. Pero lo que salió del capullo no fue
            una mariposa, sino una criatura con las alas
            destrozadas".

"Cuando se trata de crecer", concluyó el Maestro, "no se puede acelerar el proceso, porque lo único que puede conseguirse es abortarlo".

DESTRUCCIÓN


A pesar de toda su santidad, el Maestro daba una cierta impresión de oponerse a la religión. Esto era algo que desconcertaba siempre a los discípulos, los cuales, a diferencia del Maestro, equiparaban religión y espiritualidad.

"Tal como hoy es practicada, la religión se refiere fundamentalmente a castigos y recompensas. En otras palabras, produce temor y avidez, las dos cosas que más destruyen la espiritualidad".

Y más tarde añadió con tristeza: "Es algo así como tratar de combatir una inundación con agua, o como pretender apagar un incendio con fuego".

INFLEXIBILIDAD

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"¡Cielos, cómo has envejecido!", exclamó el Maestro después de conversar con un amigo de su infancia.

¡No puede uno evitar hacerse mayor, ¿no crees?", le dijo el amigo.

"No, claro que no se puede", admitió el Maestro, "pero sí puede evitar envejecer".

INSINUACIÓN

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El Maestro afirmaba poseer un libro que contenía todo cuanto es posible saber acerca de Dios.

Nadie había visto el libro, hasta que llegó un erudito visitante que, a fuerza de pedírselo una y otra vez, consiguió arrancárselo al Maestro. Se lo llevó a su casa y, una vez allí, lo abrió ansiosamente... y descubrió que todas sus páginas estaban en blanco.

Volvió a ver al Maestro y se le quejó: "¡Pero si el libro no dice nada...!"

"Ya lo sé", replicó el Maestro. "Pero fíjate todo lo que insinúas".

PRIORIDAD


El Maestro acogía favorablemente los avances de la tecnología, pero era profundamente consciente de sus limitaciones.

Cuando un industrial le preguntó en qué se ocupaba, le respondió: "Me dedico a la industria de las personas".

"¿Y qué demonios es eso?, si puede saberse", dijo el industrial.

"Fijémonos en tu caso", respondió el Maestro. "Tus esfuerzos producen mejores cosas; los míos mejores personas".

Más tarde le decía a sus discípulos: "El objeto de la vida es lograr el esplendor de las personas, pero hoy día la gente parece estar especialmente interesada por el perfeccionamiento de las cosas".

DEMOSTRACIÓN

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"¿Existe Dios?, preguntó un día el Maestro.

"Sí", respondieron a una los discípulos.

"Falso", dijo el Maestro.

"No", replicaron los discípulos.

"Falso de nuevo", insistió el Maestro.

"Pues ¿cuál es la respuesta?", preguntaron los discípulos.

"No hay respuesta".

"¿Por qué?, si puede saberse".

"Porque no hay pregunta", respondió el Maestro.

Más tarde lo explicaba: "Si no puedes decir nada de Aquel que supera todo pensamiento y toda palabra, ¿cómo puedes preguntarte algo acerca de él?"

LIMITACIÓN

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"¿Existe un Dios?", preguntó el marxista.

"No, ciertamente, tal como la gente lo imagina", respondió el Maestro.

"Cuando hablas de -gente-, ¿a quién te refieres?"

"A todo el mundo".

DISTANCIA


El propietario del parque de atracciones hablaba de la ironía que suponía el hecho de que, mientras los niños lo pasaban en grande en su parque, él solía estar, por lo general, deprimido.

"¿Qué preferirías: ser propietario del parque o divertirte?", le preguntó el Maestro.

"Ambas cosas".

El Maestro no dijo una palabra más.

Cuando, más tarde, le preguntaron a este respecto, el Maestro se limitó a citar las palabras que un vagabundo le había dirigido a un rico terrateniente: "Tú posees la propiedad. Otros disfrutan del paisaje".

REALIDAD


Aunque el Maestro parecía saborear la vida y vivirla a tope, también se sabía que afrontaba grandes riesgos, como cuando denunciaba la tiranía del gobierno, corriendo el peligro de ser arrestado y hasta morir, o cuando llevó a un grupo de sus discípulos a ayudar a una aldea que había sufrido el azote de la peste.

"El sabio no teme a la muerte", solía decir.

"¿Por qué tiene un hombre que arriesgar la vida tan fácilmente?", le preguntaron en cierta ocasión.

"¿Por qué tiene una persona que preocuparse tan poco por el hecho de que se apague una vela cuando el día ya ha amanecido?".

DESAPARICIÓN


A un discípulo que se había esforzado por alcanzar la Iluminación hasta el punto de enfermar físicamente le dijo el Maestro: "Un rayo de luz puede ser atrapado, pero no con las manos. La Iluminación puede alcanzarse, pero no a base de esfuerzos".

El desconcertado discípulo le replicó: "Pero ¿no me has dicho que debía luchar por vaciarme? ¡Pues eso es lo que estoy intentando hacer!"

"¡De modo que ahora estás lleno de esfuerzos por estar vacío...!,", dijo el Maestro sin poder contener la risa.

CREATIVIDAD

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"¿Cuál es el supremo acto que una persona puede realizar?"

"Sentarse a meditar".

Pero raras veces se veía al propio Maestro sentado a meditar, pues se hallaba constantemente ocupado en las tareas domésticas o agrícolas, reunido con otras personas o escribiendo libros. Incluso se había encargado de la contabilidad del monasterio.

"Entonces, ¿por qué pasas todo el tiempo trabajando?"

"Cuando uno trabaja no tiene necesidad de suspender el trabajo para sentarse a meditar"

ABANDONO

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"¿Cuál es el supremo acto que una persona puede realizar?"

"Sentarse a meditar".

"¿Y no conduce eso a la inacción?"

"No. Es inacción".

"Entonces, ¿es la acción algo inferior?"

"La inacción da vida a las acciones. Sin ella, éstas son algo muerto".


SUPERFICIALIDAD


Cierto día, le pidió un periodista al Maestro que mencionara una cosa que, según él, caracterizara al mundo moderno.

Sin dudarlo, el Maestro respondió: "Los hombres saben cada día más acerca del cosmos y cada día menos acerca de sí mismos".

Y a un astrónomo que le tenía embelesado hablándole de los portentos de la moderna astronomía le dijo de pronto el Maestro: "De todos los millones de objetos desconocidos que hay en el universo -agujeros negros, ´quasars´, ´pulsars´, etc-, el más desconocido, sin duda alguna, es el yo".

DESARROLLO


A un discípulo que se lamentaba de sus propias limitaciones le dijo el Maestro: "Naturalmente que eres limitado. Pero ¿no has caído en la cuenta de que hoy puedes hacer cosas que hace quince años te habrían parecido imposibles? ¿Qué es lo que ha cambiado?

"Ha cambiado mis talentos".

"No. Has cambiado tú".

"¿Y no es lo mismo?"

"No. Tú eres lo que tú piensas que eres. Cuando cambias tu forma de pensar, cambias tú".

domingo, 13 de marzo de 2016

IMBECILIDAD


Cuando se le preguntaba por su Iluminación, el Maestro siempre se mostraba reservado, aunque los discípulos intentaban por todos los medios hacerle hablar.

Todo lo que sabían al respecto era lo que en cierta ocasión dijo el Maestro a su hijo más joven, el cual quería saber cómo se había sentido su padre cuando obtuvo la Iluminación. La respuesta fue: "Como un imbécil".

Cuando el muchacho quiso saber por qué, el Maestro le respondió: "Bueno, verás..., fue algo así como hacer grandes esfuerzos por penetrar en una casa escalando un muro y rompiendo una ventana... y darse cuenta después de que estaba abierta la puerta".

IMPRUDENCIA


El Maestro insistía constantemente en que debemos aprender por nosotros mismos -enseñarnos a nosotros mismos- más que depender de la autoridad de otra persona. Lo cual, naturalmente, tenía sus límites, como lo puso de manifiesto el caso de un joven bastante prometedor que se convenció de que para llegar al misticismo debería intentar el camino de las drogas... y "correr el riesgo", porque sólo se puede aprender a base de un sistema de ensayo y error".

Aquello indujo al Maestro a contar la vieja historia del clavo y el tornillo:

"Hay una forma de averiguar si lo que necesitas poner es un clavo o un tornillo. Si ves que se raja la madera, entonces sabrás que lo que tienes que poner es un tornillo".

SERENIDAD


"¿Existe alguna forma de medir las propias fuerzas espirituales?"

"Muchas"

"Dinos tan sólo una".

"Tratad de averiguar con que frecuencia perdéis la calma a lo largo de un sólo día".

JUZGAR

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"¿Qué he de hacer para perdonar a otros?

"Si no condenaras a nadie, nunca tendrías necesidad de perdonar".

EVASIÓN


Un visitante refería la historia de un santo que quería ir a visitar a un amigo suyo que estaba agonizando; pero, como le daba miedo viajar de noche, le dijo al sol: "En el Nombre de Dios te ordeno que permanezcas en el cielo hasta que llegue yo a la aldea donde mi amigo agoniza". Y el sol se detuvo en el cielo hasta que el santo llegó a dicha aldea.

El Maestro sonrió y dijo: "¿No habría sido mejor que el santo hubiera vencido su miedo a viajar de noche?"

ENGAÑO


"¿Cómo podemos distinguir entre el verdadero y el falso místico?", preguntaron unos discípulos desmedidamente interesados por lo misterioso y lo oculto.

"¿Cómo podéis distinguir entre el que duerme de verdad y el que finge dormir?", replicó el Maestro.

"No hay manera de distinguirlos. Sólo el durmiente sabe cuándo está fingiendo", dijeron los discípulos.

El Maestro sonrió.

Más tarde dijo: "El que finge dormir puede engañar a otros, pero no a sí mismo. Desgraciadamente, el falso místico puede engañar tanto a los demás como a sí mismo".

jueves, 3 de marzo de 2016

MILAGRO

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Se decía que el ´Haji´que vivía en las afueras de la ciudad realizaba milagros, por lo que su casa se había convertido en un centro de peregrinación al que acudía gran número de personas enfermas.

El Maestro, de quien todo el mundo sabía que no sentía el menor interés por lo milagroso, nunca respondía a las preguntas que pudieran hacerle acerca del ´Haji´.

Cuando le preguntaron a quemarropa por qué se oponía a los milagros, respondió: "¿Cómo va uno a oponerse a lo que está ocurriendo ante sus ojos a cada instante?"

ESCONDIMIENTO


Contaba el Maestro en cierta ocasión la historia de una antigua vasija de cerámica, de valor inestimable, por la que se había pagado una fortuna en una subasta pública. La vasija había sido usada durante años por un mendigo que acabó sus días en la miseria, totalmente ignorante del valor de aquel objeto con el que había pedido limosna.

Cuando un discípulo preguntó al Maestro qué representaba aquella vasija, el Maestro le dijo: "A ti  mismo".

El discípulo le pidió que se explicara, y el Maestro prosiguió: "Tú centras toda tu atención en el insignificante conocimiento que adquieres de los libros y de los maestros. Sería mejor que le prestarás más atención a la vasija en la que lo guardas".

NO EXPERIENCIA


Durante una discusión sobre la experiencia de Dios dijo el Maestro: "Cuando se experimenta a Dios, el ´yo´ desaparece. Así pues, ¿quién es el que hace la experiencia?"

"Entonces, ¿es la experiencia de Dios una no-experiencia?"

"Es como el sueño", respondió el Maestro. "La experiencia del sueño sólo se conoce cuando el sueño ha terminado".

TRANSITORIEDAD.

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El Maestro sentía alergia hacia aquellas personas que prolongan excesivamente su estancia en el monasterio. Más tarde o más temprano, todos los discípulos oían de sus labios las temidas palabras: "Ha llegado el momento de que te vayas. Si no lo haces, el Espíritu no vendrá a ti".


Un discípulo especialmente reacio a marchar quiso saber qué era ese "Espíritu".



Y el Maestro le dijo: "El agua sólo se mantiene viva y libre si fluye. Tú sólo permanecerás vivo y libre si te marchas. Si no huyes de mí, te estancarás y morirás... contaminado".

CULTIVO

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Un forastero que andaba en busca de las cosas divinas le preguntó al Maestro cómo podría, cuando regresara a su país, distinguir entre un verdadero maestro y uno falso.

El Maestro le dijo: "El bueno propone prácticas; el mal maestro propone teorías".

"Pero ¿cómo podré distinguir entre una práctica buena y una práctica mala?

"Del mismo modo que un agricultor distingue entre un cultivo bueno y un cultivo malo".

IDOLATRÍA

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El Maestro no se cansaba jamás de prevenir a sus discípulos contra los peligros de la religión, y le gustaba contar la historia de aquel profeta que iba por las calles, con una antorcha encendida en la mano, diciendo que iba a prender fuego al templo para que la gente se ocupara más del Señor que del propio templo.

Y luego añadiría el Maestro: "Algún día, yo mismo habré de portar una antorcha para prenderle fuego tanto al templo como al Señor".

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A no ser que estuviera uno dotado de una especial perspicacia, no había nada en el Maestro que pudiera considerarse fuera de lo ordinario. Si las circunstancias no eran para menos, el Maestro podía asustarse y deprimirse. Podía reír, llorar y encolerizarse. Disfrutaba con la buena comida, no le hacía ascos a un par de copas e incluso se sabía que era muy capaz de volver la cabeza al paso de una mujer bonita.

En cierta ocasión, un visitante se lamentaba de que el Maestro no era un "hombre santo"; a lo cual un discípulo replicó:

"Una cosa es que un hombre sea santo, y otra muy distinta que a ti te parezca santo".

EXPERIENCIA

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Convencido de la experiencia mística del Maestro, el Rector de una prestigiosa Universidad quiso hacerle jefe del Departamento de Teología.

Para ello entró en contacto con el más destacado de los discípulos del Maestro, el cual le dijo: "El Maestro insiste en la necesidad de ser iluminado, no en enseñar la Iluminación".

"¿Y qué es lo que puede impedirle ser jefe del Departamento de Teología?"

"Lo mismo que le impediría a un elefante ser jefe del Departamento de Zoología".

CONTRADICCIÓN.


"¿Qué acción tendría yo que realizar para alcanzar a Dios?"

"Si deseas alcanzar a Dios, hay dos cosas que debes saber. La primera es que todos los esfuerzos por alcanzarlo no sirven para nada".

"¿Y la segunda?"

"Que debes actuar como si no supieras la primera".