La pregunta más importante del mundo,
base de todo acto maduro, es:
¿Yo quién soy?
Porque, sin conocerte,
no puedes conocer ni a Dios.
Conocerte a ti mismo es fundamental.
Los Evangelistas nos hablaron de un Jesús que usaba las parábolas para explicarnos la realidad del Reino de Dios. Espero que estos cuentos os puedan conducir al mismo destino.
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