Las mujeres se atan a sus maridos,
a sus hijos.
Los maridos, a sus mujeres,
a sus negocios.
Todos nos atamos a los deseos,
y nuestro argumento y justificación
es el amor.
¿Qué amor?
La realidad es
que nos amamos a nosotros mismos,
pero con un amor adulterado
que sólo abarca
el yo y el ego.
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