Por
Richard Kim "The Weaponless Warriors", 1974.
Ohara Publications, USA.
Durante
la ocupación Satsuma de Okinawa, un Samurai que le
había prestado dinero a un pescador, hizo un viaje para
cobrarlo a la provincia Itoman, donde vivía el pescador.
No siéndole posible pagar, el pobre pescador huyó y
trató de esconderse del Samurai, que era famoso por su
mal genio. El Samurai fue a su hogar y al no encontrarlo
ahí, lo buscó por todo el pueblo. A medida que se daba
cuenta de que se estaba escondiendo se iba enfureciendo.
Finalmente, al atardecer, lo encontró bajo un barranco
que lo protegía de la vista. En su enojo, desenvainó su
espada y le gritó: ¿"Qué tienes para
decirme"?.
El pescador replicó, "Antes de
que me mate, me gustaría decir algo. Humildemente le
pido esa posibilidad." El Samurai dijo,
"Ingrato! Te presto dinero cuando lo necesitas y te
doy un año para pagarme y me retribuyes de esta manera.
Habla antes de que cambie de parecer."
"Lo siento", dijo el
pescador. " Lo que quería decir era esto: Acabo de
comenzar el aprendizaje del arte de la mano vacía y la
primera cosa que he aprendido es el precepto: “Si
alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu
temperamento se alza, restringe tu mano."
El Samurai quedó anonadado al
escuchar esto de los labios de un simple pescador.
Envainó su espada y dijo: "Bueno, tienes razón.
Pero acuérdate de esto, volveré en un año a partir de
hoy, y será mejor que tengas el dinero." Y se fue.
Había anochecido cuando el Samurai
llegó a su casa y, como era costumbre, estaba a punto de
anunciar su regreso, cuando se vio sorprendido por un haz
de luz que provenía de su habitación, a través de la
puerta entreabierta.
Agudizó su vista y pudo ver a su
esposa tendida durmiendo y el contorno impreciso de
alguien que dormía a su lado. Muy sorprendido y
explotando de ira se dio cuenta de que era un samurai!
Sacó su espada y sigilosamente se
acercó a la puerta de la habitación. Levantó su espada
preparándose para atacar a través de la puerta, cuando
se acordó de las palabras del pescador: "Si tu mano
se alza, restringe tu temperamento; si tu temperamento se
alza restringe tu mano."
Volvió a la entrada y dijo en voz
alta. "He vuelto". Su esposa se levantó,
abriendo la puerta salió junto con la madre del Samurai
para saludarlo. La madre vestida con ropas de él. Se
había puesto ropas de Samurai para ahuyentar intrusos
durante su ausencia.
El año pasó rápidamente y el día
del cobro llegó. El Samurai hizo nuevamente el largo
viaje. El pescador lo estaba esperando. Apenas vio al
Samurai, este salió corriendo y le dijo: "He tenido
un buen año. Aquí está lo que le debo y además los
intereses. No sé cómo darle las gracias!"
El
Samurai puso su mano sobre el hombro del pescador y dijo:
"Quédate con tu dinero. No me debes nada. Soy yo el
endeudado."