Un
chiquillo, reiteradamente decepcionado y traicionado por alguien
que él creía amigo, se lo contó a su padre preguntándole por
qué pasan estas cosas. El padre le respondió contándole esta
historia:
Un día un
escorpión llegó a la orilla de un río y, teniendo que pasar al
otro lado, empezó a buscar un medio que le llevase sin riesgo de
ahogarse. De repente, viendo a una rana que estaba tomando el
sol, una idea hizo mella en su mente. Decidió formularle su
propósito preguntándole:
- Oye
rana, ¿ podrías llevarme a la otra orilla nadando conmigo en la
espalda ?
La rana le
contestó:
- ¿ De
verdad me crees tan idiota ? Sé muy bien que una vez subido en
mi espalda me clavarás tu aguijón matándome.
- No seas
tonta -replicó el escorpión- ¿ cómo podría hacerte eso ?
¿Acaso no sabes que nosotros no sabemos nadar y que si yo te
matase moriría contigo ?
La rana,
reasegurada por este razonamiento lógico pensó: " Es
verdad. Si me matara, él también se moriría... y no creo que
esa idea le guste...
- De
acuerdo, sube. Te llevaré -dijo el batracio.
El
escorpión se acomodó en la espalda de la rana y ésta empezó a
cruzar el río. Una vez llegados a la mitad del torrente, en el
punto más profundo, el escorpión levantó su pincho y, de un
rápido golpe, lo clavó en la cabeza de la rana. Esta,
agonizando atónita, apostrofó:
- ¿ Qué
has hecho, imbécil ? ¡Ahora te vas a morir tú también,
cretino !
- Lo sé
-contesto el alacrán- pero soy un escorpión y esta es mi
naturaleza.
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