En el corazón de cada joven
existe un trono
que le ha sido usurpado.
Cuando se restituya ese trono,
el joven estará curado.
Hay que aprender
sólo porque se quiere aprender,
y para ello hay que respetar y salvaguardar
la curiosidad innata del niño.
De adentro viene la demanda.
Al niño le gusta la enseñanza,
lo que rechaza es el método
y la manipulación.
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