La personalidad, el yo,
es un impedimento para amar,
porque considero a las personas amadas
como algo mío.
Amo a mi hijo,
a mi marido,
a mi familia,
porque son algo mío,
distinguiéndolos de los que me quedan más lejos.
Entonces estoy cosificando lo más cercano
como pertenencias a las que debo amar.
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