Para ser místico
no necesito estar
en un monasterio.
Se puede muy bien
ser pobre e ignorante
de teorías y de leyes,
y ser místico.
Lo que hace falta
es estar
despierto a la vida.
Los Evangelistas nos hablaron de un Jesús que usaba las parábolas para explicarnos la realidad del Reino de Dios. Espero que estos cuentos os puedan conducir al mismo destino.
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