No es nuestro dinero,
sino nuestra capacidad de disfrutar,
lo que nos hace ricos o pobres.
Afanarse por la riqueza
y no ser capaz de disfrutar
es lo mismo que estar calvo
y coleccionar peines.
Los Evangelistas nos hablaron de un Jesús que usaba las parábolas para explicarnos la realidad del Reino de Dios. Espero que estos cuentos os puedan conducir al mismo destino.
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