Los Evangelistas nos hablaron de un Jesús que usaba las parábolas para explicarnos la realidad del Reino de Dios. Espero que estos cuentos os puedan conducir al mismo destino.
No es posible cultivar este afecto, este amor, esta cualidad. No es posible practicarlo, ni provocarlo; más bien debe ocurrir de una manera tan natural como la respiración misma, tan plenamente, con un gozo y un encanto tan grande como una puesta de sol.
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