La felicidad no es un fin en sí misma. Llega con la comprensión de lo que es. Sólo cuando la mente se libera de sus propias proyecciones puede haber felicidad. La felicidad que se compra es simplemente satisfacción; la felicidad que llega a través de la acción o del poder es solamente una sensación; pero tan pronto esa sensación se marchita, surge el deseo de algo más. Mientras que ese más sea un medio para la felicidad, el fin siempre será insatisfacción, conflicto y desdicha. La felicidad no es un recuerdo; es ese estado que tiene lugar con la verdad, siempre nuevo, nunca continuo.
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