Mientras hojeaba sus “dossier” matrimoniales, el diablo observó con enojo que todavía quedaba una pareja sobre la tierra, que vivía de amor y en concordia.
Decide hacer una inspección. Se trataba en realidad de una pareja común: sin embargo emanaba tanto amor que alrededor de ella parecía que fuese una eterna primavera.
El diablo quiso conocer el secreto de aquel amor.
No hay ningún secreto –le explicaron los dos-. Vivimos nuestro amor como una competencia: cuando uno de los dos se equivoca, el otro asume la culpa; cuando uno de los dos obra bien, el otro recibe las alabanzas; cuando uno de los dos sufre, el otro recibe el consuelo; cuando uno de los dos se alegra, el otro se complace. En fin, competimos siempre a ver quién llega antes.
Al diablo le pareció todo esto tonto. Y se marchó sin hacerles daño. Y por eso pueden todavía existir parejas felices en la tierra.
Dino Semplici
Decide hacer una inspección. Se trataba en realidad de una pareja común: sin embargo emanaba tanto amor que alrededor de ella parecía que fuese una eterna primavera.
El diablo quiso conocer el secreto de aquel amor.
No hay ningún secreto –le explicaron los dos-. Vivimos nuestro amor como una competencia: cuando uno de los dos se equivoca, el otro asume la culpa; cuando uno de los dos obra bien, el otro recibe las alabanzas; cuando uno de los dos sufre, el otro recibe el consuelo; cuando uno de los dos se alegra, el otro se complace. En fin, competimos siempre a ver quién llega antes.
Al diablo le pareció todo esto tonto. Y se marchó sin hacerles daño. Y por eso pueden todavía existir parejas felices en la tierra.
Dino Semplici
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