Un niño con una amplia sonrisa le dijo: “Señor, quiero comprarle uno de
sus cachorritos”. El granjero, le respondió: estos cachorros son de
raza, y cuestan bastante dinero. He conseguido treinta y nueve centavos
¿es esto suficiente? Seguro, dijo el granjero, comenzando a silbar y a
gritar, “Dolly, ven aquí”. Dolly salió corriendo de su casilla y bajó la
rampa seguida de cuatro pequeñas bolas de piel. Los ojos del niño
danzaban de alegría. Entonces de la casilla salió, a hurtadillas, otra
pequeña bola, ésta era notablemente más pequeña. Se deslizó por la rampa
y comenzó a renguear en un infructuoso intento por alcanzar al resto.
El niño apretó su carita contra la cerca y gritó con fuerzas: ¡Yo quiero
a ése!, señalando al más pequeño. El granjero le dijo: "Hijo, tú no
quieres a este cachorrito. Él nunca podrá correr y jugar contigo de la
forma en que tú quisieras”. Al oír eso, el niño bajó la mano y
lentamente se subió el pantalón en una de sus piernas. Le mostró una
prótesis de doble abrazadero de acero a ambos lados de su pierna, que
iba hasta un zapato especial. Mirando al granjero, le dijo: “Como usted
verá, señor, yo tampoco corro tan bien que digamos, y él necesitará a
alguien que lo comprenda”.
Los Evangelistas nos hablaron de un Jesús que usaba las parábolas para explicarnos la realidad del Reino de Dios. Espero que estos cuentos os puedan conducir al mismo destino.
domingo, 23 de marzo de 2014
UN GRANJERO TENÍA CARROCHOS PARA VENDER.
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