El responsable de tus enfados eres tú,
pues aunque el otro haya provocado el conflicto,
el apego y no el conflicto
es lo que te hace sufrir.
Es el miedo a la imagen que el otro haya podido hacer de ti,
miedo a perder su amor,
miedo a tener que reconocer
que es una imagen la que dices amar,
y miedo a que la imagen de ti,
la que tú sueñas que él tenga de ti,
se rompa.
Todo miedo
es un impedimento para que el amor surja.
Y el miedo no es algo innato
sino aprendido.
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