Hay que tener fe en uno mismo.
Ahí reside el secreto.
Aun cuando estaba en el orfanato
y recorría las calles
buscando qué comer para vivir,
incluso entonces me consideraba
el actor más grande del mundo.
Tenía que sentir la exaltación
que nace de la absoluta confianza
en el propio ser:
sin ella,
uno está destinado al fracaso.
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