¿No son el pensador y su pensamiento un fenómeno inseparable? ¿Por qué separamos el pensamiento del pensador? ¿No es éste uno de los ingeniosos trucos de la mente para que el pensador pueda cambiar su imagen según las circunstancias a fin de seguir siendo el mismo? Por fuera parece un cambio, aunque internamente el pensador continúa siendo como es. El deseo de continuidad, de permanencia, crea esta división entre el pensador y sus pensamientos. Cuando el pensador y su pensamiento se vuelven inseparables, simplemente se trasciende la dualidad. Sólo entonces existe la verdadera experiencia religiosa, sólo cuando el pensador cesa aparece la Realidad. Esta unidad inseparable del pensador y su pensamiento debe experimentarse pero no especular sobre ella. Esta experiencia es la liberación y en ella hay un gozo imposible de expresar.
Authentic Report of Sixteen Talks given in 1945.
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