La vida es muy importante
para ser desperdiciada
en el ansia de ser rico, famoso
o de buena presencia, popular, bello;
o en el pavor de ser pobre,
desconocido, ignorado o feo.
Estas cosas pierden importancia
como si fuesen guijarros
alrededor de un diamante fulgurante.
Tú,
tu verdadero yo,
siempre fue y será un diamante.
El valor de tu vida
es incalculable.
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