La felicidad y el amor van juntos
pero no producen emociones,
ni excitación,
porque esto es
enemigo de la felicidad.
Tampoco producen aburrimiento,
porque la felicidad nunca harta
cuando es, de verdad,
felicidad.
Los Evangelistas nos hablaron de un Jesús que usaba las parábolas para explicarnos la realidad del Reino de Dios. Espero que estos cuentos os puedan conducir al mismo destino.
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