jueves, 2 de enero de 2014

LA ROSA Y LA ARAÑA.

Una rosa se gloriaba de su belleza, que atraía los homenajes de todos los insectos del jardín. A pesar de esto se consideraba muy molesta, porque hubiera querido solamente el toque de alguna mariposa gentil, o de alguna abeja dorada.
Por esto un día llamó a una bellísima araña y le rogó que tejiera alrededor de su tallo una red, de manera que todos los insectos pequeños que osaran acercarse a ella, fuesen castigados por su temeridad.
La araña no se hizo rogar, sabiendo que iba a gozar de una buena oportunidad para capturar insectos en abundancia.
Enseguida se puso a la obra, y en pocos minutos había tejido una tela muy tupida, con mucha satisfacción de la orgullosa reina.
Esta no tardó en complacerse al ver a aquellos probrecillos que tropezaban ignorantes en los hilos finísimos de la red. No se conmovía al verlos perecer cruelmente, sino que saboreaba el placer de la venganza, deseando el momento de verse tocada y besada por la mariposa y por la abeja.

Pero se engañaba en esto, dado que aquellos insectos, al acercarse a ella, avistaban con terror los esqueletos desnudos y los míseros restos de muchos de sus compañeros, y en seguida atemorizados se alejaban.
Así la rosa altanera no conoció la caricia del zumbido dorado, y pasó solitaria su breve y radiante estación.
F. Pontani

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