Cuenta una leyenda asturiana que cuando aparece en el cielo una nube oscura o negra, es que lleva dentro un Nuberu, una especie de brujo que puede presentarse en distintas formas según su voluntad. Hay quien lo ha visto en forma de enano, con pelo lacio y grandes brazos; otros lo recuerdan como un gigante que corre entre las nubes para que llueva y truene, otros dicen que es un niño pequeño sonriente con un gorro rojo.
Una vez, en el bosque de Sobrecueva de Corao estaba trabajando un labrador cortando leña cuando se le apareció el Nuberu en forma de enano vestido con pieles y un zurrón.
-¿Puedes darme algo de comer, que estoy muy hambriento? -le dijo sin saludarlo.
Al labrador le pareció un poco brusco y maleducado, pero como era muy buena persona se lo llevó a su cabaña y le preparó un almuerzo con leche, tortas recién hechas y un buen pedazo de tocino. El enano le contó que hacía días que caminaba por el monte y que ningún vecino le había querido ayudar. De pronto el cielo se cubrió con una espesa niebla que iba descendiendo lentamente. El enano dijo mirando al cielo:
-He perdido mi caballo y veo que ahora me está buscando. ¿Cómo se llama este pueblo?
-Sobrecueva de Corao -respondió el labrador.
-Te agradezco la ayuda, amigo. Si alguna vez vas por Argel, no dudes en preguntar por mí. Me conocen como Xuan Cabrita.
El enano se levantó, saltó sobre la niebla y desapareció. Pasaron muchos años y el labriego fue llamado a la guerra. Tuvo tan mala suerte que acabó prisionero y lo llevaron a Argel. Encadenado y medio herido, el labriego se acordó del Nuberu y preguntó a los soldados si, por casualidad, conocían a Xuan Cabrita.
-¡Claro que lo conocemos, es nuestro rey! Ahora está viajando por Asturias -le comentaron, sorprendidos.
Pasaron unos días y cuando el rey volvió del viaje, los soldados le informaron de que un prisionero de Sobrecueva preguntaba por él.
-¡Traedlo inmediatamente! -exclamó.
El Nuberu le contó que acababa de volver de Asturias para hacer sonar las tormentas, y que había destruido muchas aldeas, aunque había respetado la casa y las tierras de su amigo. El rey también le contó que había constatado que la novia del labriego, al no saber nada de él y creer que había muerto en la batalla, había decidido casarse con un mozo del pueblo.
-Justo hoy se celebra la boda -le espetó el Nuberu.
El labriego se puso muy triste, tanto que el Nuberu quiso ayudarlo y le dijo que, si él quería, podía trasladarlo de inmeidato a la puerta de la iglesia. Le dio un anillo y le dijo que se asomara al balcón. Así lo hizo, y de repente, el labrador salió despedido y apareció en la puerta de la iglesia de su pueblo. La novia no se lo podía creer. Se puso muy contenta y le pidió que se casara con ella, que sólo le quería a él y que la boda que debía celebrar con el mozo del pueblo había sido una imposición de su padre para que no se quedara soltera. El labrador se casó con la muchacha y pudo ser feliz gracias a Xuan Cabrita, de quien se acuerda cada vez que se acerca una tormenta.
Una vez, en el bosque de Sobrecueva de Corao estaba trabajando un labrador cortando leña cuando se le apareció el Nuberu en forma de enano vestido con pieles y un zurrón.
-¿Puedes darme algo de comer, que estoy muy hambriento? -le dijo sin saludarlo.
Al labrador le pareció un poco brusco y maleducado, pero como era muy buena persona se lo llevó a su cabaña y le preparó un almuerzo con leche, tortas recién hechas y un buen pedazo de tocino. El enano le contó que hacía días que caminaba por el monte y que ningún vecino le había querido ayudar. De pronto el cielo se cubrió con una espesa niebla que iba descendiendo lentamente. El enano dijo mirando al cielo:
-He perdido mi caballo y veo que ahora me está buscando. ¿Cómo se llama este pueblo?
-Sobrecueva de Corao -respondió el labrador.
-Te agradezco la ayuda, amigo. Si alguna vez vas por Argel, no dudes en preguntar por mí. Me conocen como Xuan Cabrita.
El enano se levantó, saltó sobre la niebla y desapareció. Pasaron muchos años y el labriego fue llamado a la guerra. Tuvo tan mala suerte que acabó prisionero y lo llevaron a Argel. Encadenado y medio herido, el labriego se acordó del Nuberu y preguntó a los soldados si, por casualidad, conocían a Xuan Cabrita.
-¡Claro que lo conocemos, es nuestro rey! Ahora está viajando por Asturias -le comentaron, sorprendidos.
Pasaron unos días y cuando el rey volvió del viaje, los soldados le informaron de que un prisionero de Sobrecueva preguntaba por él.
-¡Traedlo inmediatamente! -exclamó.
El Nuberu le contó que acababa de volver de Asturias para hacer sonar las tormentas, y que había destruido muchas aldeas, aunque había respetado la casa y las tierras de su amigo. El rey también le contó que había constatado que la novia del labriego, al no saber nada de él y creer que había muerto en la batalla, había decidido casarse con un mozo del pueblo.
-Justo hoy se celebra la boda -le espetó el Nuberu.
El labriego se puso muy triste, tanto que el Nuberu quiso ayudarlo y le dijo que, si él quería, podía trasladarlo de inmeidato a la puerta de la iglesia. Le dio un anillo y le dijo que se asomara al balcón. Así lo hizo, y de repente, el labrador salió despedido y apareció en la puerta de la iglesia de su pueblo. La novia no se lo podía creer. Se puso muy contenta y le pidió que se casara con ella, que sólo le quería a él y que la boda que debía celebrar con el mozo del pueblo había sido una imposición de su padre para que no se quedara soltera. El labrador se casó con la muchacha y pudo ser feliz gracias a Xuan Cabrita, de quien se acuerda cada vez que se acerca una tormenta.
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