Aunque era muy amable con todos los discípulos, el Maestro no podía ocultar su preferencia por los que vivían en el "mundo" -los casados, los comerciantes, los agricultores...-, más que por los que vivían en el monasterio.
Cuando le interpelaron al respecto, dijo: "La espiritualidad practicada en estado de actividad es incomparablemente superior a la practicada en estado de retiro".