jueves, 3 de marzo de 2016

IDOLATRÍA

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El Maestro no se cansaba jamás de prevenir a sus discípulos contra los peligros de la religión, y le gustaba contar la historia de aquel profeta que iba por las calles, con una antorcha encendida en la mano, diciendo que iba a prender fuego al templo para que la gente se ocupara más del Señor que del propio templo.

Y luego añadiría el Maestro: "Algún día, yo mismo habré de portar una antorcha para prenderle fuego tanto al templo como al Señor".

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