El Maestro sentía alergia hacia aquellas personas que prolongan excesivamente su estancia en el monasterio. Más tarde o más temprano, todos los discípulos oían de sus labios las temidas palabras: "Ha llegado el momento de que te vayas. Si no lo haces, el Espíritu no vendrá a ti".
Un discípulo especialmente reacio a marchar quiso saber qué era ese "Espíritu".
Y el Maestro le dijo: "El agua sólo se mantiene viva y libre si fluye. Tú sólo permanecerás vivo y libre si te marchas. Si no huyes de mí, te estancarás y morirás... contaminado".
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