El Maestro insistía constantemente en que debemos aprender por nosotros mismos -enseñarnos a nosotros mismos- más que depender de la autoridad de otra persona. Lo cual, naturalmente, tenía sus límites, como lo puso de manifiesto el caso de un joven bastante prometedor que se convenció de que para llegar al misticismo debería intentar el camino de las drogas... y "correr el riesgo", porque sólo se puede aprender a base de un sistema de ensayo y error".
Aquello indujo al Maestro a contar la vieja historia del clavo y el tornillo:
"Hay una forma de averiguar si lo que necesitas poner es un clavo o un tornillo. Si ves que se raja la madera, entonces sabrás que lo que tienes que poner es un tornillo".
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