El Maestro afirmaba poseer un libro que contenía todo cuanto es posible saber acerca de Dios.
Nadie había visto el libro, hasta que llegó un erudito visitante que, a fuerza de pedírselo una y otra vez, consiguió arrancárselo al Maestro. Se lo llevó a su casa y, una vez allí, lo abrió ansiosamente... y descubrió que todas sus páginas estaban en blanco.
Volvió a ver al Maestro y se le quejó: "¡Pero si el libro no dice nada...!"
"Ya lo sé", replicó el Maestro. "Pero fíjate todo lo que insinúas".
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