Santa Teresa dijo que Dios le concedió
el don de desidentificarse de sí misma
y poder ver las cosas desde fuera.
Éste es un gran don,
pues el único obstáculo y raíz de todo problema
es el yo.
Vivir desidentificados
es vivir sin apegos,
olvidados del ego que genera egoísmo, deseos, celos,
y por el cual entran todos los conflictos.
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