Cuentan que en una selva una serpiente
perseguía a una luciérnaga que volaba todo lo rápido que podía tratando
de escapar de ésta.
Tras un rato de persecución, la luciernága, agotada, se paró y le dijo a la serpiente:
“Serpiente, ¿puedo hacerte algunas preguntas?”
La serpiente le respondió: “Vale, total como voy a comerte, te concedo ese privilegio”.
“¿Formo parte de tu cadena alimenticia?”, le preguntó la luciérnaga.
La serpiente se queda unos segundos pensando y le respondió: “No”.
“¿He dicho ó he hecho algo que haya podido ofenderte?”, le preguntó nuevamente la luciérnaga.
“No”, le contestó la serpiente.
Y entonces, ¿ por qué me persigues y quieres comerme?, le preguntó la luciérnaga desconcertada.
“¡Porque no soporto verte brillar!”, le contestó la serpiente.
“No hay que apagar la luz del otro para lograr que brille la nuestra” Gandhi
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