Un maestro acogió a un joven aprendíz bajo su tutela para transmitirle todo su conocimiento.
Una de las tareas que tenía que hace el joven aprendiz era traer dos vasijas de agua desde la fuente hasta la casa donde se impartían las lecciones.
Sin embargo, una de las vasijas tenía grietas y cuando llegaba el joven aprendiz con su carga, una de las vasijas estaba medio vacia.
Así fue haciéndolo durante más de un año pese a que sabía que no cumplia con las indicaciones de su maestro ya que no llegaba con la carga completa.
Un día, el joven aprendiz avergonzado de no poder cumplir la petición de su maestro, le dijo:
“Maestro”, “lamento mucho no poder cumplir con tu encargo de traer las dos vasijas de agua”. “Una de las vasijas tiene grietas y va perdiendo agua de camino de la fuente hasta la casa”
El maestro le respondió, “muchacho no te lamentes por ello “. ” Gracias a las grietas de tu vasija tenemos todos los días flores frescas que nos alegran la vista y nos endulzan con su olor”.
El muchacho sorprendido, le preguntó “¿Y como es eso posible?”
“Hace tiempo me dí cuenta que una de las vasijas tenía grietas así que decidí plantar semillas a lo largo del camino que recorres todos los días. Gracias a eso las semillas han florecido y puedo recoger maravillosas flores a diario”.
El muchacho en ese momento reconoció la gran lección que le estaba enseñando su maestro:
Todos somos vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de aprovecharlas para obtener buenos resultados.
La perfección es una pulida colección de errores. Mario Benedetti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario