El Maestro no dejaba de restregar un ladrillo contra el suelo de la habitación en la que estaba sentado su discípulo, entregado a la meditación.
Al principio, el discípulo estaba contento, creyendo que el Maestro trataba de poner a prueba su capacidad de concentración. Pero cuando el ruido se hizo insoportable, estalló: "¿Qué diablos estás haciendo? ¿No ves que estoy meditando?"
"Estoy puliendo este ladrillo para hacer un espejo", replicó el Maestro.
"¡Tú estás loco! ¿Cómo vas a hacer un espejo de un ladrillo?"
"¡Más loco estás tú! ¿Cómo pretendes hacer un meditador de tu propio yo?"
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