En cierta ocasión, un jugador empedernido le dijo al Maestro: "Ayer me sorprendieron haciendo trampas mientras jugábamos a las cartas, de manera que me dieron una paliza y me arrojaron por la ventana. ¿Qué me aconsejarías tú que hiciera?"
El Maestro se le quedó mirando fijamente y le dijo: "Si yo estuviera en tu lugar, en adelante trataría de jugar en la planta baja".
Aquello dejó asombrados a los discípulos: "¿Por qué no le dijiste que dejara de jugar?", le preguntaron.
"Porque sabía que no quería dejarlo", fue la sencilla y sagaz respuesta del Maestro.
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