Nuestro ego
propicia el deseo de que nos necesiten
para sentirnos importantes.
He aquí cuatro casos de "rescatador":
1) Cuando me lanzo a ayudarte,
aunque no vea claro la necesidad de hacerlo yo
y no otro,
o cuando,
sin pedírmelo tú, me ofrezco.
2) Cuando te ayudo porque me lo pides,
pero no quiero hacerlo.
3) Cuando intento ayudarte yo,
sin insistir antes para que seas tú
quien te ayudes.
4) Cuando tú necesitas algo de mí,
pero no lo dices explícitamente
y esperas que yo lo adivine.
Sólo el día en que no nos importe
lo que piensen de nosotros las personas,
comenzaremos a saber amarlas como son
y a darles la respuesta adecuada.
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