Cuenta una historia que un niño de siete años se encontraba en una playa solitaria, a primera hora de la mañana. Recogía estrellas de mar que habían quedado en la playa y las devolvía al mar.
De pronto, se le acercó un señor mayor y le preguntó:
-¿Qué estás haciendo?
El niño respondió:
-Estoy cogiendo las estrellas de mar que se han quedado atrapadas en la playa, y las devuelvo al mar, antes de que el sol de la mañana las queme y se mueran.
El señor mayor le dijo:
-¿Pero no ves lo enorme que es esta playa? Hay miles de estrellas de mar en la arena, y en todas las playas del mundo ¡millones! ¿No ves que lo que estás haciendo no sirve para nada?
El niño cogió otra estrella, la devolvió al mar, se paró, miró fijamente a los ojos del hombre y contestó:
-Ahora pregúntale a esta estrella de mar si lo que estoy haciendo no sirve de nada.
Desde aquel día, el hombre regresó a la playa cada mañana para ayudar al niño a salvar estrellas de mar.
—
Otras personas que estaban observando y escuchando lo que sucedía,
tomaron la misma actitud. En un momento eran cientos. Se podía escuchar
desde lejos como un coro que decía: Y ésta… y ésta…Cada acto de amor que hagamos a nuestros seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, conocidos o no, es una estrellita que devuelves al mar…
Sé que en este mundo complicado y materialista, un solo gesto de ternura y solidaridad tal vez no alcance. Pero si nos sumamos, como en la playa, lograremos que millones de almas en este mundo puedan tener una esperanza de vida y vivir en paz.
¡¡Por favor ayúdame, hay tantas estrellitas, que si estoy yo solo, será imposible!!
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