“Subhuti era uno de los discípulos de Buda.
Él pudo comprender la potencia del vacío
-el punto de vista de que nada existe-
excepto en su relación de subjetividad y
objetividad.
Un día, cuando Subhuti estaba sentado bajo un árbol
en un estado de sublime vacío,
empezaron a caer flores a su alrededor….
“Te alabamos por tu discurso sobre el vacío”,
le susurraron los dioses.
“Pero yo no he hablado del vacío”,
dijo Subhuti.
“No has hablado del vacío, no, hemos oído al vacío”,
respondieron los dioses.
“Esto es verdadero vacío”.
Y cayeron flores sobre Subhuti como lluvia…
Sí, sucede. No es una metáfora, es un hecho -así que
no te tomes esta historia metafóricamente. Es literalmente verdad.
Porque la totalidad de la existencia se siente feliz, dichosa, extática,
incluso cuando es una sola alma quien alcanza lo supremo.
Somos parte de la Totalidad y la Totalidad no es
indiferente a nosotros, no puede serlo. ¿Cómo va a ser una madre
indiferente a su hijo? Es imposible. Cuando el niño crece, la madre
también crece con él. Cuando el niño es feliz la madre también es feliz
con él. Cuando el niño danza, algo danza también en la madre. Cuando el
niño está enfermo, la madre está enferma. Cuando el niño es desdichado,
la madre es desdichada. Porque no son dos; son uno. Sus corazones laten a
un mismo ritmo.
La Totalidad es nuestra madre.
La Totalidad, lo perfecto, no es indiferente.
Permitamos que ésta verdad penetre en nuestro corazón
tan profundamente como sea posible, porque incluso esta consciencia de
que la Totalidad se siente feliz contigo, te cambiará… Entonces ya no
estás alienado, ya no eres un extranjero aquí. Ya no eres un vagabundo,
sin hogar, porque todo es un hogar. Y la Totalidad es tu madre, te
cuida, te ama. Así que es natural que cuando alguien se convierte en un
Buda, y alcanza la cima suprema, toda la existencia danza, toda la
existencia canta, toda la existencia lo celebra. Es literalmente verdad.
No es una metáfora, recuerda; de otra forma errarás toda la cuestión.
Llueven flores, y continúan lloviendo -nunca se detienen.
Las flores que llovieron para Subhuti aún siguen lloviendo.
Tú no las puedes ver, no porque no estén cayendo, solamente,
porque no eres capaz de verlas.
La existencia continúa la celebración infinitamente,
por todos los Budas que han sido, por todos los Budas que están siendo, y
por todos los Budas que serán, porque para la Existencia no hay pasado,
presente y futuro. Es una continuidad. Es eternidad. Sólo existe el
ahora, el ahora infinito.
Aún llueven, pero no puedes verlas.
A no ser que caigan sobre ti, no puedes verlas; y cuando
las veas cayendo para ti, verás que han estado lloviendo
para todos los Budas, para todas las almas iluminadas.
La primera verdad es que a la Existencia le importa lo
que te sucede. La existencia está orando continuamente
para que te suceda lo Supremo. De hecho, tú no eres otra
cosa que una mano extendida por la Totalidad para
alcanzar lo supremo.
No eres otra cosa que una ola que viene de la
Totalidad para tocar la luna. No eres otra cosa que una flor abriéndose,
para que la Totalidad se llene de fragancia a través de la propia
Realización.
Si puedes abandonarte a tí mismo, esas flores pueden
llover ésta misma mañana, en este mismo momento. Los Dioses siempre
están dispuestos. Sus manos siempre están llenas de flores. Simplemente
observan y esperan. Cuando alguien se vuelve un Subhuti -vacío-; cuando
alguien está ausente, de pronto empiezan a caer flores”.
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