Hace tres mil años había un ser humano, igual que tú y yo, que vivía cerca de una ciudad rodeada de montañas.
Este ser humano estudiaba para
convertirse en un chamán, para aprender el conocimiento de sus
ancestros, pero no estaba totalmente de acuerdo con todo lo que
aprendía… En su corazón sentía que debía haber algo más…
Un día, mientras dormía en una cueva,
soñó que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió de la cueva a una noche
de luna llena. El cielo estaba despejado y vio una infinidad de
estrellas…
Entonces, algo sucedió en su interior
que transformó su vida para siempre… Se miró las manos, sintió su cuerpo
y oyó su propia voz que decía… “Estoy hecho de luz, estoy hecho de
estrellas”…
Miró el cielo de nuevo y se dio cuenta
de que no son las estrellas las que crean la luz, sino que es la luz la
que crea las estrellas….
“Todo está hecho de luz dijo y el espacio de en medio no esta vació…”
Y supo que todo lo que existe es un ser
viviente, y que la luz es la mensajera de la vida, porque está viva y
contiene toda la información…
Entonces se dio cuenta de que, aunque
estaba hecho de estrellas, él no era esas estrellas… “Estoy en medio de
las estrellas” pensó…
Así que llamó a las estrellas “el tonal”
y a la luz que había entre las estrellas “el nagual”… y supo que lo que
creaba la armonía y el espacio entre ambos es la Vida o Intento…
¡Sin vida, “el tonal” y “el nagual” no
existirían! La vida es la fuerza de lo absoluto, lo supremo, la Creadora
de todas las cosas…
Esto es lo que descubrió… ¡Todo lo que
existe es una manifestación del ser viviente el que llamamos Dios!…
¡Todas las cosas son Dios!… Y llego a la conclusión de que “la
percepción humana es sólo luz que percibe luz”…
También se dio cuenta “de que la materia
es un espejo”, “todo es un espejo que refleja luz y crea imágenes de
esa luz”… y el mundo de la ilusión, el Sueño, es tan sólo como un humo
que nos impide ver lo que realmente somos… “Lo que realmente somos es
puro Amor, pura Luz” dijo…
¡Este descubrimiento cambió su vida!…
Una vez supo lo que en verdad era, miró a su alrededor y vio a otros
seres humanos y al resto de la naturaleza, y le asombró lo que vio…
¡Se vio a sí mismo en todas las cosas…
en cada ser humano, en cada animal, en cada árbol, en el agua, en la
lluvia, en las nubes, en la Tierra!…
Y vio que la Vida mezclaba el tonal y el nagual de distintas maneras, para crear millones de manifestaciones de Vida…
En esos instantes lo comprendió todo… Se
sentía entusiasmado y su corazón rebosaba paz… Estaba impaciente por
revelar a su gente lo que había descubierto. Pero no había palabras para
explicarlo…
Intentó describirlo a los demás, pero no
lo entendían… ¡Vieron que había cambiado, que algo muy bello irradiaba
de sus ojos y de su voz!… ¡Comprobaron que ya no emitía juicios sobre
nada ni nadie.
Ya no se parecía a nadie!… Él los
comprendía muy bien a todos, pero a él nadie lo comprendía… Creyeron que
era una encarnación de Dios,… al oírlo, él sonrió y dijo… “Es
cierto…Soy Dios… Pero vosotros también lo sois. Todos somos iguales…
Somos imágenes de luz… Somos Dios”… Pero la gente seguía sin entenderlo…
Había descubierto que era un espejo para
los demás, un espejo en el que podía verse a sí mismo… “Cada uno es un
espejo”, dijo… ¡Se veía en todos, pero nadie se veía a sí mismo en él!…
Y comprendió que todos soñaban pero sin
tener conciencia de ello, sin saber lo que realmente eran… No podían
verse a ellos mismos en él, porque había un muro de niebla o humo entre
los espejos… Y ese muro de niebla esta construído por la interpretación
de las imágenes de luz, el Sueño de los seres humanos…
Entonces supo que pronto olvidaría todo
lo que había aprendido… Quería acordarse de todas las visiones que había
tenido, así que decidió llamarse a si mismo “Espejo Humeante”, para
recordar siempre que la materia es un espejo, y que el humo que hay en
medio, es lo que nos impide saber qué somos…
Y dijo… “Soy Espejo Humeante porque me
veo en todos vosotros, pero no nos reconocemos mutuamente, por el humo
que hay entre nosotros..
Ese humo es el Sueño, y el espejo eres tú… el soñador…”
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