lunes, 30 de mayo de 2016

LA IMPORTANCIA DE NO HABLAR MAL DE NADIE.


El rabino Meir Cohen había dedicado toda su vida a estudiar las escrituras. Era una autoridad apreciada en todo el mundo y sus sermones se publicaban en muchos idiomas, especialmente los dedicados al pecado de hablar mal de los demás.

En una ocasión, se hallaba en un tren de vuelta a casa y conoció a otro viajero. Éste le habló del propósito de su viaje:

-Voy a la capital para conocer al gran rabino Meir Cohen.

Al rabino le divirtió la coincidencia y quiso indagar más acerca de la opinión que se tenía de él.

-¿Y por qué le llamas "gran rabino"? ¿Qué tiene de especial? Yo creo que sólo es un hombre como los demás.

-¿Cómo osas ser tan insolente con un sabio sin igual? -Exclamó al viajero al tiempo que le propinaba un sonoro bofetón.

Días más tarde, ya en la ciudad, Meir Cohen daba una conferencia en la universidad. Al terminar, aquel viajero del tren se acercó avergonzado a pedirle disculpas. Se había quedado blanco de vergüenza al comprobar que había abofeteado al mismo héroe al que quiso defender.

-¡Señor! ¿Qué he hecho? ¡No tengo perdón de Dios! -le dijo.

-No hay nada que perdonar, puesto que me has enseñado algo vital: la importanica de no hablar mal de nadie, pero sobre todo de uno mismo.

domingo, 29 de mayo de 2016

ESTÚPIDO PATÁN.


Un afamado filósofo tenía una cita para debatir con Nasrudín. El día señalado, a la hora convenida, llamó a su puerta. Nadie respondió. El mulá había olvidado el compromiso y estaba en la casa de té jugando a las damas.

A medida que esperaba, el filósofo se iba poniendo más y más nervioso. Y al final, antes de irse, tomó un trozo de tiza y escribió en la puerta: "Estúpido patán".

En cuanto llegó a su casa y vio lo escrito, Nasrudín corrió a casa de su invitado.

-¡Lo siento tanto! Olvidé nuestra cita por completo -dijo-. Sólo me he acordado cuando he vuelto a casa y he visto que habías escrito tu nombre en la puerta.

EL PÁJARO Y LA RAMA.


Un día el rey llevó a su maestro de cetrería dos magníficas crías de halcón que le habían regalado. Con mucha ilusión, le dio órdenes para que los adiestrase para la caza.

Pasados unos meses, el instructor le entregó al rey un halcón perfectamente amaestrado, pero le comunicó que el otro era defectuoso y no conseguía aprender. No se había movido de la rama desde el día de su llegada; no cazaba y había que llevarle alimento despiezado a la boca.

El rey llamó a todos los sanadores del reino pero nadie pudo hacer volar al ave. Enrabietado, publicó un edicto ofreciendo una recompensa a cualquiera que fuese capaz de lograrlo.

A la mañana siguiente, desde la ventana de sus aposentos el rey vio volar grácilmente al halcón por los jardines del palacio.

-Traedme al autor de este milagro -pidió el rey.

Y, para su sorpresa, le pusieron delante a un sencillo campesino.

-¿Cómo hiciste volar al halcón? ¿Empleaste alguna suerte de magia?

Intimidado, el hombre respondió:

-No fue difícil, majestad. Sólo corté la rama y el pájaro, antes de caer al suelo, comenzó a volar.

¿SI FUESES FELIZ, IRÍAS POR AHÍ MOLESTANDO A LOS DEMÁS?


Un religioso derviche y su discípulo se hallaban caminando por una tranquila carretera. A lo lejos, distinguieron una nube de polvo: un elegante carruaje tirado por cuatro caballos blancos venía a toda velocidad. A medida que se aproximaba, se dieron cuenta de que el vehículo no frenaba ni se apartaba del centro de la vía. En un minuto lo tuvieron encima, así que saltaron a una zanja. Cuando se levantaron, vieron cómo el carruaje se alejaba levantando más polvo, esta vez sobre sus ropas.

El discípulo pensó en lanzarles una maldición, pero antes de que pudiera hacerlo, el maestro se adelantó y dijo:

-¡Qué vuestra vida os colme de felicidad!

El joven, sorprendido, preguntó:

-¿Por qué le deseáis felicidad a esa gentuza? ¡Por poco nos atropellan!

-¿Piensas de veras que si fueran felices irían por ahí molestando a los demás? -respondió sereno el maestro.

LA VIEJA IDEA DE LA VIRTUD.


Laura le preguntó en una ocasión a su hija Alba, de once años:

-¿Cuál es la parte más importante del cuerpo?

-Los oídos, mamá -respondió la pequeña.

Muchas personas son sordas y se las arreglan perfectamente.

Pero piensa y lo adivinarás -le dijo en tono cariñoso.

Durante las siguientes semanas la niña estuvo reflexionando y creyó encontrar una respuesta genial.

-¡Ya lo tengo, mamá: la vista es el sentido fundamental!

Por eso la parte más importante del cuerpo son los ojos.

-Estás aprendiendo rápidamente, pero la respuesta no es correcta. Fíjate que hay muchos ciegos que son felices, pese a no poder ver -indicó la madre.

Al cabo de unos meses sucedió que el abuelo de la niña murió. El día del entierro, todos estaban muy apenados y el padre de Alba lloró. Eso impresionó a la niña. Justo después del entierro, la madre la apartó y le preguntó:

-¿No sabes todavía cuál es la parte más importante del cuerpo?

-No mamá -respondió la niña.

-Hoy es el mejor día para contártelo. Se trata del hombro, hija mía.

-¿Porque sostiene la cabeza? -apuntó Alba.

-No. Porque en él apoyan la cabeza tus seres queridos cuando lloran.

miércoles, 25 de mayo de 2016

¿CÓMO PODÉIS SABER...?

           
             En una aldea china vivía un labrador con su hijo. Eran humildes y, aparte de la tierra, su única posesión era un caballo. Un mal día, el animal se escapó y dejó al hombre sin fuerza motriz para arar la tierra. Cuando sus vecinos acudieron a consolarle, él les agradeció la visita y preguntó:

           -¿Cómo podéis saber que ha sido una desgracia?

           Todos se extrañaron de ese comentario y, al marcharse, comentaban en voz baja:

           -No quiere aceptar la realidad. Dejemos que piense lo que quiera, con tal de que no se entristezca.

            Una semana más tarde, el caballo retornó al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como compañía.

            Al enterarse, todos entendieron la reacción del labrador. Fueron a visitarle y le felicitaron por su suerte:

            -Antes tenías un solo caballo. Ahora tienes dos. ¡Enhorabuena!

            -Muchas gracias por vuestras palabras -respondió el labrador-. Pero ¿cómo podéis saber que es una bendición?

             Esta vez pensaron que se había vuelto loco:

             -¿Será posible que no entienda que Dios le ha enviado un regalo?

             Poco después, el hijo del labrador decidió domesticar a la yegua, pero el animal saltó de una manera inesperada y golpeó al muchacho rompiéndole una pierna.

             Los vecinos fueron de nuevo a ver al labrador. El alcalde, solemne, declaró que todos estaban muy tristes por lo sucedido.

            El hombre agradeció el cariño, pero preguntó:

            -¿Cómo podéis saber si lo ocurrido ha sido una desgracia?

             Todos se quedaron estupefactos, pues nadie duda de que el accidente de un hijo es una tragedia. Al salir de la casa del labrador, se decían entre sí:

             -¡Este hombre está fatal! Su único hijo se puede quedar cojo y aún duda de que lo ocurrido sea una adversidad.

              Al cabo de unas semanas, Japón declaró la guerra a China y el ejército reclutó a todos los jóvenes para ir al frente. A todos menos al hijo del labrador, que tenía la pierna rota. Ninguno de los muchachos de la zona retornó vivo.

              Pasó el tiempo. Los dos animales tuvieron crías que riendieron buen dinero y, lo que es mejor, el hijo se recuperó. El labrador pasaba frecuentemente a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos, ya que ellos siempre se habían mostrado solidarios.

             Siempre que alguno se quejaba, el labrador decía:

             -¿Cómo sabes si esto es una desgracia?

             Y si alguien se alegraba mucho, él preguntaba:

             -¿Cómo sabes si esto es una bendición?

             Y los hombres de aquella aldea entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene muchos significados.

LA CALABAZA Y LA NUEZ.

           
           El mulá Nasrudín se hallaba en su jardín. Había estado trabajando toda la mañana en el huerto y se sentó a la sombra para refrescarse.

           Observando una hermosa calabaza, pensó: "Alá, tu sabiduría es grande, pero hay algunas cosas que yo hubiese hecho de otra forma. Fíjate en esa impresionante calabaza que crece tirada por el suelo. Y después mira la nuez: una pequeña cosa que crece colgada de un árbol imperial. Yo lo hubiese hecho al revés; las gloriosas calabazas colgarían de magníficos árboles y las nueces saldrían de la tierra".

          Y así se quedó un buen rato, ufano, imaginando otras creaciones. Una suave brisa movió las ramas que había sobre su cabeza. De repente, una nuez cayó sobre la calva redonda del mulá haciendo un ruido seco al golpear. Nasrudín soltó un grito y enseguida le salió un chichón. Pero entonces, en ese mismo lugar, decidió postrarse ante Dios. Sonriendo, dijo:

        -Oh, Alá, perdóname. Tu sabiduría es realmente grande. Si hubiese sido yo el que hubiese dispuesto las cosas sobre la Tierra, ahora no estaría rezándote, sino en el hospital descoyuntado por el impacto de una calabaza.

EL BEATO DEVOTO.

               
               Un hombre muy devoto iba a misa todos los días y cumplía con todas las normas de la Iglesia. En una ocasión se produjo un diluvio y las calles y las casas de su ciudad se anegaron. El hombre subió a la azotea de su hogar, pero elnivel del agua subía más y más. Allí arriba, de rodillas, le pidió ayuda a Dios.

               Al poco, apareció una barca militar. Un soldado le ofreció subir a bordo.

              -No, gracias, Dios me salvará -dijo el beato.

              Poco después, el agua cubrió también la azotea y el hombre tuvo que ponerse a nadar. Al cabo de una hora, otro bote pasó por allí. Esta vez le lanzaron un chaleco salvavidas, pero él lo rechazó.

              -No, gracias. Dios me salvará -gritó desde el agua.

               Al final del día, un helicóptero con un potente foco lo descubrió nadando y exausto. Inmediatamente, tiraron una cesta para rescatarlo.

               -No, gracias. Dios me... glu, glu, glu.

               El beato, ahogado, se hundió y desapareció en las aguas.

              Cuando se despertó, estaba delante de Dios.

              -Señor, ¡dijiste que me salvarías pero me dejaste morir! -exclamó quejoso.

               -Lo intenté -dijo Dios-, pero rechazaste mi ayuda.

               -¡No fue así! -dijo el beato.

               -Mira -explicó Dios-. ¡Te envié una barca, un salvavidas y hasta un helicóptero! ¡Si eso no es ayuda, no sé qué puede serlo!

ME LLAMO NASRUDÍN Y SOY CONTRABANDISTA.

          
             Cuando era joven, Nasrudín cruzaba todos los días la frontera con las cestas de su asno bien cargadas de paja. Se dedicaba al contrabando, y cuando llegaba a la aduana lo primero que hacía era confesarlo:

           -Me llamo Nasrudín y soy contrabandista.

           Los guardas le registraban una y otra vez. Comprobaban sus ropas y su carga: metían la bayoneta en la paja, la sumergían en agua e incluso habían llegado a quemarla para ver si llevaba algo oculto. Pero nuna hallaban nada.

           Mientras tanto, la riqueza de Nasrudín no dejaba de aumentar. Cuando finalmente se convirtió en mulá, le destinaron a una aldea muy lejana y abandonó para siempre el contrabando.

           Un día, en aquel lugar remoto, se encontró con uno de los aduaneros de su juventud. Éste no pudo resistir la tentación de preguntar:

            -Ahora me lo puedes decir, Nasrudín: ¿qué pasabas de contrabando, que nunca pudimos descubrirlo?

            -Asnos -respondió el sabio.

martes, 24 de mayo de 2016

RIQUEZA, ÉXITO Y AMOR.

         
           En un pueblo remoto de Oriente, una mujer se encontró sentados a la puerta de su casa a tres ancianos. Vestían con ropas elegantes y departían doctamente. Llena de curiosidad, les preguntó:

        -¿Les puedo ayudar en algo?

        -Estamos de viaje y queríamos hacer un alto en el camino -respondieron.

        -Por favor, entren en mi casa. Les daré un vaso de agua -sugirió ella.

       -Estaríamos encantados, pero no podemos entrar los tres juntos. Invite, no obstante, a uno de nosotros -dijeron los forasteros.

       En ese momento, el marido y la hijita salieron a ver qué sucedía y el hombre dijo:

       -¿Qué tontería es ésa? Entren los tres. Nuestro pueblo siempre ha sido hospitalario.

        Ante la insistencia, uno de ellos, de larga barba blanca, respondió:

        -Queridos amigos, muchas gracias por vuestras atenciones. Oíd: yo me llamo Riqueza y mis otros compañeros, Éxito y Amor. Y los tres no podemos entrar juntos en unhogar. Elegid a uno, por favor.

        El matrimonio se quedó pensando un rato hasta que el marido dijo:

        -Yo invitaría a Riqueza. Nos va a venir muy bien su compañía.

        -Mejor a Éxito; ¡nunca lo hemos conocido! -relicó la esposa.

        Y la niña, que había estado atenta a todo, dijo:

        -¿No sería mejor invitar a Amor? ¡Así la casa se llenaría de cariño?

       Los padres accedieron a ese ruego y tendieron la mano al anciano llamado Amor. Pero cuando éste se levantó, sus acompañantes hicieron lo mismo y se dispusieron a seguirle. Entonces la mujer preguntó:

      -Pero ¿no dijisteis que no podíais entrar juntos?

      Y Amor respondió:

      -De haber entrado Riqueza, los otros dos hubiésemos permanecido fuera. De haber invitado a Éxito, también. Pero como he sido yo el elegido, mis compañeros visitarán vuestro hogar. Porque, queridos amigos, allá donde hay amor, también suele haber éxito y riqueza. Seguid siempre a vuestro corazón y las demás alegrías de este mundo os acompañarán.

EL CAMPAMENTO DE LEÑADORES.

           
       Un joven acudió a un campamento de leñadores para pedir trabajo. El capataz, al ver que era fuerte, lo aceptó sin pensárselo. Podía empezar al día siguiente.

      Durante su primer día en la montaña trabajó mucho y cortó decenas de árboles.

      El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción se redujo a la mitad.

      El tercer día se propuso mejorar. Durante toda la jornada golpeó el hacha con toda su furia. Aun así, los resultados fueron muy inferiores.

     Cuando el capataz se percató del escaso rendimiento del joven, le preguntó:

     -¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?

      Y el joven respondió:

      -No he tenido tiempo. ¡He estado atareado talando árboles!

EL PEQUEÑO NUBE ROJA.

            
           El pequeño Nube Roja se agachó para entrar en la tienda de su abuela. Ésta se encontraba junto al fuego, limpiando tubérculos para la cena. El humo salía por unhueco que había en lo alto y así el interior permanecía siempre cálido y limpio.

           Al joven sioux se le veía azorado. La abuela preguntó dulcemente:

           -¿Qué sucede, Nube? Te veo mal.

           -¡Otra vez mi hermano! Se ha ido con los demás a pescar y me ha dejado solo. ¡Qué rabia me da! ¿Por qué la gente es tan mala, abuela?

            -Muy fácil, hijo mío. Dentro de nosotros habitan dos lobos: uno es cariñoso y feliz; el otro, envidioso y ruin. Los dos luchan en nuestro interior.

            -¿Y cuál acabará ganando? -preguntó el niño con los ojos abiertos.

            -No hay duda: el que alimentamos mejor -concluyó la mujer.

domingo, 22 de mayo de 2016

EL CIRCO ROMANO.

         
        Cuando amaneció el día señalado, los cristianos marcharon en procesión hacia la arena del circo romano. Pero como si desfilaran hacia al cielo y no hacia las fieras, sus rostros estaban iluminados por la alegría.

        La gente se apiñaba en las calles para verlos pasar, pero, sorprendentemente, sin el jolgorio típico de los espectáculos callejeros. Esta vez, ningún niño lanzó verduras podridas ni se oyó ningún insulto. Los romanos se sentían intigrados, incluso temerosos, de aquellos excéntricos que adoraban a un hombre ajusticiado en una cruz.

        Aquella mañana, en el recorrido que conducía al circo, sólo se oía el cobarde murmullo del pueblo hablando por lo bajo.

         Por fin, la comitiva llegó al imponente Coliseo. Dentro les esperaban unos funcionarios que les cubrieron de pieles de conejo sangrantes para excitar a los perros que les devorarían más tarde.

        De esa guisa salió el grupo a la arena. Los gritos estallaron entre la masa hambrienta del espectáculo de la muerte. Fieros canes aguardaban babeando en tres extremos equidistantes del ruedo. Entre el bullicio, un grupo numeroso de espectadores empezó a corear: "¡Muerte a los paganos! ¡Muerte a los paganos!". Era un cántico parecido al de los modernos estadios de fútbol. La palabra "pagano" se refería obviamente a los cristianos, que despreciaban a la vasta colección de dioses romanos.

          Los condenados, entre los que también había niños con los pies encadenados, se dirigieron al centro del coso, como les habían ordenado. En sus posiciones, los perros tiraban de las correas, ansiosos por alimentarse.

         Pero mientras los creyentes se dirigían a una muerte segura, se empezó a oír un sonido inaudito: era una melodía de voces que sonaba maravillosamente. Muchos romanos callaron para distinguirla. Se empezó a hacer el silencio y... entonces, de repente, se hizo totalmente audible: eran los propios cristianos que entonaban un cántico. ¡El gentío no daba crédito a lo que estaban presenciando! Aquella gente extraña estaba serena. Es más, sus miradas resplandecían. Algunos se abrazaban como despidiéndose, pero sin lloros ni lamentos.

          El responsable de los juegos, Julio Pontio, un hombre obeso y calvo, se hallaba cobijado tras una barrera de madera. Nervioso, miró hacia el emperador y distinguió una expresión de fastidio. Enseguida hizo un gesto a los entrenadores de peroos y gritó:

           -¡Soltadlos ya! ¿A qué esperáis, imbéciles?

           Y a esa voz, los canes salvajes saltaron en dirección a los cristianos. En cuanto alcanzaron a sus presas, el loco rugido del pueblo encendió de nuevo el circo. Nerón y Julio Pontio respiraron aliviados. Pero el germen de la curiosidad y la admiración estaba ya plantado en la mente del pueblo. No se dejaría de hablar de los cristianos en toda la semana.

EL LEÓN SEDIENTO.

          
         Un día, un sediento león se acercó a un lago de aguas transparentes y, al asomarse para beber, vio por primera vez su imagen reflejada. Asustado pensó: "Este lago es territorio de ese fiero león. ¡Tengo que marcharme!".

          Pero el animal tenía mucha sed, así que, al cabo de unas horas, decidió volver. Se aproximó sigilosamente y, justo cuando inclinó el cuello para beber, ¡ahí estaba de nuevo su rival!
 ¡No se lo podía creer! ¡Qué veloz y atento era el maldito animal!

         ¿Qué podía hacer? La sed lo estaba matando y ésa era la única fuente de agua en kilómetros a la redonda. Desesperado, se le ocurrió rodear el lago para penetrar por un recodo oscuro. Cuando llegó al lugar, se arrastró hasta al agua y..., ¡pam!, ¡las mismas fauces frente a él! Estaba hundido. Nunca se había enfrentado a alguien tan territorial...

         Pero el león tenía tanta sed que decidió jugársela. Se armó de coraje, corrió hasta llegar a la orilla y, sin pensarlo, metió la cabeza en el agua. Entonces fue cuando, como cuentan los ancianos pigmeos, ¡se hizo la magia!: su feroz rival había desaparecido para siempre.

CUENTOS PARA CAMBIAR.

domingo, 8 de mayo de 2016

RECHAZO.


"¿Cuál es la clase de persona a que da lugar la Iluminación?

Y el Maestro dijo:

"La persona cívica y no partidista,
que no se deja atar a un plan preconcebido,
que toma las cosas como vienen,
que no siente remordimientos por el pasado
ni ansiedad por el futuro,
que se va cuando la echan
y viene cuando la llaman,
que es como un poderoso vendaval,
como una pluma al viento,
como las hierbas que flotan en el río,
cual piedra de molino que gira dócilmente,
que ama por igual a toda la creación
porque el cielo y la tierra
son iguales para todos...
así es la persona producto de la Iluminación".

Al oír estas palabras, uno de los discípulos más jóvenes exclamó: "¡Esa clase de doctrina no es para los vivos, sino para los muertos!", y se marchó para nunca más volver.

HUMANIDAD.


La conferencia que el Maestro iba a pronunciar sobre LA DESTRUCCIÓN DEL MUNDO había sido profusamente anunciada, y fue  mucha la gente que acudió a los jardines del monasterio para escucharle.

La conferencia concluyó en menos de un minuto. Todo lo que el Maestro dijo fue:

"Estas son las cosas
que acabarán con la raza humana:
la política sin principios,
el progreso sin compasión,
la riqueza sin esfuerzo,
la erudición sin silencio,
la religión sin riesgo
y el culto sin consciencia".

GENIALIDAD.


Llegó al monasterio un escritor con la intención de escribir un libro sobre el Maestro.

"La gente dice que eres un genio. ¿Piensas tú que lo eres", le preguntó.

"¡Ya lo creo que sí!", respondió el Maestro con no demasiada modestia.

"¿Y qué es lo que convierte a uno en un genio?"

"La capacidad de reconocer".

"Reconocer... ¿qué?"

"Reconocer a la mariposa en el gusano; al águila en el huevo; y al santo en el hombre egoísta".

PURIFICACIÓN.


El Maestro insistía en que lo que él enseñaba no era nada, y que tampoco era nada lo que hacía.

Sus discípulos descubrían poco a poco que la sabiduría la alcanzaban los que no aprenden nada y lo des-aprenden todo.

Semejante transformación es la consecuencia no de algo que se hace, sino de algo que se omite.

MAYA.


En cierta ocasión, explicaba el Maestro del siguiente modo cómo la iluminación no proviene del esfuerzo, sino de la percepción:

"Imaginad que se os ha hipnotizado a todos para haceros creer que hay un tigre en esta habitación. En vuestro miedo, intentaréis huir de él, luchar contra él, protegeros de él, apaciguarlo... Pero una vez que se pasan los efectos de la hipnosis, percibís que no es preciso hacer nada de eso. Y entonces habréis cambiado radicalmente:

La percepción rompe el hechizo,
el hechizo roto ocasiona el cambio,
el cambio conduce a la inacción,
y la inacción es poder:
podeís hacerlo todo en el mundo,
porque ya no sois vosotros quienes lo hacéis".

INTREPIDEZ.

Resultado de imagen de intrepidez
"¿Qué es el amor?"

"La ausencia total de miedo", dijo el Maestro.

"¿Y qué es a lo que tenemos miedo?"

"Al amor", respondió el Maestro.

TRIBULACIÓN.


"Las calamidades pueden ser causa de crecimiento y de iluminación", dijo el Maestro.

Y lo explicó del siguiente modo:

"Había un pájaro que se refugiaba a diario en las ramas secas de un árbol que se alzaba en medio de una inmensa llanura desértica. Un día, una ráfaga de viento arrancó de raíz el árbol, obligando al pobre pájaro a volar cien millas en busca de un nuevo refugio... hasta que, al fin, llegó a un bosque de árboles cargados de frutas".

Y conclusó el Maestro: "Si el árbol secó se hubiera mantenido en pie, nada hubiera inducido al pájaro a renunciar a su seguridad y echarse a volar".

EDUCACIÓN.

El Maestro, que recelaba del saber y la erudición en lo tocante a la divinidad, no perdía nunca la ocasión de estimular al estudio de las artes, las ciencias y cualesquiera otros conocimientos. Por ello no constituyó ninguna sorpresa el que aceptara encantado cuando le invitaron a hablar ante el claustro de la Universidad.

Llegó con una hora de adelanto y tuvo tiempo de pasearse por el "campus" y admirar los medios de que disponía, totalmente inexistentes en su tiempo.

Como era típico en él, su alocución al claustro duró menos de un minuto. Lo que dijo fue:

"Laboratorios y bibliotecas,
vestíbulos, pórticos y arcadas,
doctas conferencias...
Todo ello no servirá de nada
si no hay además
un corazón juicioso
y una mirada perspicaz".

VANIDAD


El Maestro recordaba con frecuencia a sus discípulos que la santidad, al igual que la belleza, sólo es auténtica cuando no es consciente de sí misma. Y le gustaba citar el siguiente verso:

"La rosa florece porque florece.
No necesita preguntarse por qué
ni jactarse de nada
para atraer mi mirada".

Y solía también citar el siguiente dicho: "Un santo es un santo hasta que sabe que lo es".

ALEGRÍA.


De acuerdo con su doctrina de que nada debía ser tomado demasiado en serio, ni siquiera sus propias enseñanzas, el Maestro le gustaba contar la siguiente anécdota acerca de sí mismo:

"Mi primer discípulo era tan débil que los ejercicios acabaron con su vida. Mi segundo discípulo se volvió loco por el fervor con que practicaba los ejercicios que yo le enseñaba. Mi tercer discípulo vio cómo se le embotaba el entendimiento por el exceso de contemplación. Pero el cuarto discípulo consiguió conservar la cordura".

"¿Y cómo lo logró?", solía preguntar alguien invariablemente.

"Posiblemente porque fue el único que se negó a realizar los ejercicios". Y una unánime carcajada solía acoger las palabras del Maestro.

DISCRECIÓN.

Resultado de imagen de santidad
Un hombre con fama de espiritual acudió al Maestro y le dijo: "Me resulta imposible orar. No puedo comprender las escrituras. No soy capaz de hacer los ejercicios que yo mismo recomiendo a los demás..."

"Entonces", dijo risueñamente el Maestro, "renuncia a todo".

"¿Y cómo puedo hacerlo? Se supone que soy un santo y tengo seguidores por estos lugares".

Más tarde diría el Maestro, tras emitir un suspiro: "La santidad, hoy día, es un nombre que no responde a una realidad. Sólo es auténtica cuando es una realidad carente de nombre".

FORMULACIONES.

Resultado de imagen de la muerte de las palabras
"¿Qué es lo que buscas?", le preguntó el Maestro a un intelectual que había acudido a él a pedirle orientación.


"La Vida", fue la respuesta.



"Si has de vivir", dijo el Maestro, "deben morir las palabras".



Cuando, más tarde, le preguntó qué era lo que había querido decir, el Maestro dijo: "Tú andas perdido y desamparado porque habitas en un mundo de palabras. Te alimentas y te satisfaces con palabras, cuando lo que necesitas es sustancia. Un menú no podrá saciar tu hambre. Una fórmula no habrá de saciar tu sed".

ESPEJISMO

Resultado de imagen de espejismo
A unos recién llegados les dijo el Maestro: "Llamad y se os abrirá la puerta".

Más tarde les diría a algunos de ellos en tono confidencial: "¿Cómo va uno a esperar que se abra la puerta si nunca ha sido cerrada?"

lunes, 2 de mayo de 2016

RESURRECCIÓN.


Cuando ya no había duda alguna de que el Maestro iba a morir, sus discípulos quisieron ofrecerle un funeral digno de él. El Maestro se enteró de ello y les dijo: "Con el cielo y la tierra por ataúd; con el sol, la luna y las estrellas por corona; con toda la creación por cortejo que me acompañe hasta la tumba..., ¿puedo desear yo algo más solemne e impresionante?"

Y pidió que le dejaran sin enterrar; pero los discípulos no querían ni oír hablar de ello, porque decían que sería devorado por las aves y las bestias.

"Pues acordaos de dejarme cerca mi bastón, para poder ahuyentarlos", dijo el Maestro sonriendo.

"¿Y cómo podrás hacerlo, si estarás inconsciente?"

"Entonces, ¿qué importancia tiene el que vaya a ser devorado por las aves y las bestias?"

INSTRUMENTALIDAD


Cuando un discípulo fue a despedirse del Maestro antes de regresar a su familia y a sus negocios, le pidió al Maestro algo que poder llevarse consigo.

Y el Maestro le dijo: "Medita lo que voy a decirte: no es el fuego el que está caliente, sino que eres tú quien lo siente de ese modo.

No es el ojo el que ve, sino tú mismo.

No es el compás el que traza el círculo, sino el dibujante.

SUPERIORIDAD

Resultado de imagen de oriente contra occidente
Un discípulo oriental que se sentía orgulloso de lo que él consideraba que era la espiritualidad de Oriente, fue al Maestro y le dijo: "¿A qué se debe el que Occidente disfrute del progreso material y Oriente posea la espiritualidad?"

"Se debe", respondió lacónicamente el Maestro, "a que, cuando, al comienzo de los tiempos, llegó el momento de repartir la provisiones para este mundo, a Occidente le tocó elegir primero".

GRACIA


Se acercó un joven al Maestro y le dijo: "Desearía ser sabio. ¿Cómo puedo hacer realidad mi deseo?"

El Maestro suspiró y dijo: "Había una vez un joven exactamente igual que tú que deseaba ser sabio, y lo deseaba con suficiente intensidad como para conseguirlo. Cierto día, se encontraba sentado exactamente en el mismo lugar en el que ahora estoy yo. Frente a él estaba sentado un joven en el mismísimo lugar en el que ahora estás tú. Y el joven decía: ´¿Desearía ser sabio!´".