"Entonces", dijo risueñamente el Maestro, "renuncia a todo".
"¿Y cómo puedo hacerlo? Se supone que soy un santo y tengo seguidores por estos lugares".
Más tarde diría el Maestro, tras emitir un suspiro: "La santidad, hoy día, es un nombre que no responde a una realidad. Sólo es auténtica cuando es una realidad carente de nombre".
No hay comentarios:
Publicar un comentario