Cuando ya no había duda alguna de que el Maestro iba a morir, sus discípulos quisieron ofrecerle un funeral digno de él. El Maestro se enteró de ello y les dijo: "Con el cielo y la tierra por ataúd; con el sol, la luna y las estrellas por corona; con toda la creación por cortejo que me acompañe hasta la tumba..., ¿puedo desear yo algo más solemne e impresionante?"
Y pidió que le dejaran sin enterrar; pero los discípulos no querían ni oír hablar de ello, porque decían que sería devorado por las aves y las bestias.
"Pues acordaos de dejarme cerca mi bastón, para poder ahuyentarlos", dijo el Maestro sonriendo.
"¿Y cómo podrás hacerlo, si estarás inconsciente?"
"Entonces, ¿qué importancia tiene el que vaya a ser devorado por las aves y las bestias?"
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