El Maestro recordaba con frecuencia a sus discípulos que la santidad, al igual que la belleza, sólo es auténtica cuando no es consciente de sí misma. Y le gustaba citar el siguiente verso:
"La rosa florece porque florece.
No necesita preguntarse por qué
ni jactarse de nada
para atraer mi mirada".
Y solía también citar el siguiente dicho: "Un santo es un santo hasta que sabe que lo es".
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