Después de haber alcanzado la iluminación, el Maestro se dedicó a vivir sencillamente, pues había descubierto que la vida sencilla le resultaba de su agrado.
Y se reía de sus discípulos cuando éstos se daban a la vida sencilla para imitarle.
"¿De qué os vale imitar mi comportamiento", solía decirles, "sin tener mis motivos, o adoptar mis motivos sin disponer de la visión que los ha producido?"
Ellos, sin embargo, le comprendieron mejor cuando le oyeron decir: "¿Acaso un chivo se convierte en un rabino por dejarse crecer la barba?"
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