miércoles, 30 de diciembre de 2015

REPRESIÓN


El Maestro llevaba semanas en estado de coma en su lecho de muerte. Inopinadamente, un día abrió los ojos y vio que estaba allí su discípulo predilecto.

"Tú nunca te alejas de mi cabecera, ¿no es verdad?", musitó apagadamente.

"No, Maestro. No podría".

"¿Por qué?"

"Porque tú eres la luz de mi vida".

El Maestro suspiró y dijo: "¿Hasta tal punto te he deslumbrado, hijo mío, que aún te niegas a ver la luz que hay en ti?"

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