Era uno de esos momentos únicos. Ella viajaba en el ómnibus de
larga distancia mientras miraba por la ventana. Era justo el atardecer,
la puesta de sol estaba en escena. Era un momento único y bello. Pero
dado a las leyes de la física, el vidrio empezó a empañarse. Ya la vista
no era la misma. Algo opaco la belleza de la vida. Algo obstaculiza la
mirada a través del cristal. Cuando ya no se veía casi nada, una mano
que llevaba
un pañuelo, limpió el vidrio. Ahora se podía ver nuevamente toda
la belleza exterior. No siempre es así, muchas veces el vidrio no se
empaña. Otras veces, uno mismo tiene que limpiarlo y humedecerse
las manos. Pero ella ya no pensaba en eso. Continuó mirando por su
ventana que nuevamente se volvía a empañar pero, se la podía volver a
limpiar. Ya llegará un momento en que por un tiempo, el vidrio no se
empañe más. Pero esa no era su preocupación, ya que siempre el vidrio
empañado, se puede limpiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario