Ocurrió
hace un tiempo atrás en algún lugar de nuestra madre tierra en donde
dos tribus humanas de disputaban el poder total. Ambas tribus tenían un
mismo concepto, aquella que obtenga el “cetro de los ancestros”
dominaría sobre toda aquella tierra y sus habitantes. Esta creencia se
remonta hacia una época pasada en donde ambas tribus convivía en paz
gobernadas por un solo líder. El creó un cetro especial con el cual
simbolizaba la unión de ambas tribus. En medio de esto existía un
acuerdo de cómo se elegiría al próximo jefe de ambas tribus. Se irían
alternando uno de cada tribu.
Pasaron
muchos años de paz hasta que un día este cetro fue robado. El ladrón
fue visto y perseguido, pero no estaba solo. Un grupo de personas
opositoras al método de gobierno salieron al encuentro para defender a
aquel ladrón. En medio de la pelea el jefe fue herido de muerte, el
ladrón asesinado y el cetro se perdió.
Así
fue cómo se originó esta disputa. La tribu al que el ladrón pertenecía
enseguida fue acusada de querer tomar el poder total y en medio, un
puñado de personas que no querían que existiese tal unión destruía la
poca paz que quedaba. Al final todo esto desencadenó una guerra entre
ambas tribus.
Todos
luchaban por obtener ese cetro, se olvidaron su significado
sustituyéndolo por la idea de que el le daría el poder sobre todo. Los
días pasaron y la situación no cambiaba, la miseria y la pobreza se
empezaron a notar por doquier. Parecía que esta contienda nunca iba a
terminar hasta que un día…
Ambos
ejércitos encontraron el lugar en donde se encontraba el cetro. Era una
casa en ruinas en medio del campo. Dentro de ella, sobre una mesa libre
y a la intemperie estaba el objeto tan deseado. Ambos bandos se vieron
la cara bien de cerca. Una pausa inexplicable se apoderó de ellos.
Estaban inmóviles mirándose entre ellos y al cetro. Una paloma se había
posado en la punta de el. Cuando estuvieron a punto de liquidarla, una
bandada de palomas pasó fuertemente entre medio de ellos llevándose
consigo el objeto de la disputa. Sobre la mesa sólo quedó aquella
inocente paloma, pero esta vez sin el cetro sobre sus pies.
Confundidos
los guerreros dejaron de luchar entre si, se quedaron en silencio
alrededor de aquella mesa. Sin el cetro ya no tenían motivos para
luchar. Podían elegir continuar peleándose entre ellos, pero ya sería
más una conquista que una disputa por el poder de ambas tribus.
Afortunadamente este hecho de la naturaleza se apoderó de sus corazones y
los llevó a la reflexión. Decidieron que aquel lugar sería la frontera
divisoria de ambas tribus, pero que crearían en aquel lugar una aldea en
la cual ambas tribus pudiesen comerciar e interactuar en paz.
No
se sabe si alguna vez volvió a haber un conflicto nuevamente, todo lo
que se puede ver son dos naciones hermanas en paz y en medio de ellas
una hermosa ciudad en cuya plaza central se halla una paloma de bronce
símbolo de la paz entre ambas naciones. Sobre aquel cetro no se supo
nunca más nada, ni tampoco nunca más nadie intento destruir la paz.
Carlos A. Tirado
Carlos A. Tirado
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