Se cuenta que hace mucho tiempo atrás, había un hombrecito pequeño, no medía más de un metro de altura. Este personaje era el centro de atención de todos, y de burla también. Un día no tuvo mejor idea que vengarse de sus burladores asustándolos. Por la noche, cuando todos dormían, él se metía en sus casas, abría las ventanas para que entrase el viento y corría las frazadas de la cama. Entonces la gente se despertaba sintiendo frío, veían que estaban destapados y con la ventana abierta. Esta actividad se le torno viciosa y empezó a hacerlo con cualquiera.
Una noche, este hombrecito logró entrar a una casa media abandonada. Se decía que ahí vivía una anciana de avanzada edad. Abrió las ventanas como era de costumbre y se dirigió a destapar a la pobre anciana que dormía plácidamente en su cama. Pero al tomar la manta con su mano para correrla, ésta se volvió hacia él tapándolo completamente. Luchó y luchó para salir pero no podía hasta que en un momento la frazada cayó al suelo. El creyó que se había liberado y cuando estaba a punto de salir corriendo escuchó la risa de la anciana.
-¿A dónde vas hombrecito? –preguntaba ella burlonamente.
-¡Disculpe señora, no lo volveré a hacer más! – gritaba el hombrecito mientras corría hacia la ventana para darse a la fuga.
Pero al llegar a ésta, vio que no podía saltarla. Para su sorpresa, vio que traspasaba la pared. En ese instante se quiso ver, pero no pudo. Miró hacia un espejo, y solo vio su sombra. Busco a la anciana para pedirle ayuda, pero ésta ya no estaba.
Desde esa noche anda vagando por todas las casas cuando salen las estrellas buscando a alguien que lo ayude o un cuerpo del que apropiarse. Por eso, si en la noche te despiertas con frío, estás destapado y una corriente de aire viene desde tu ventana, es que la sombra nocturna estuvo ahí en tu cuarto.
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