El
otro día me encontraba paseando por la costanera en mi ciudad con mi
novia mientras iba disfrutando del mar y de unos deliciosos pochoclos o
palomitas como también le dicen. De pronto, una
niñita de unos cuatros años pasó al lado mío en una bicicleta, se chocó
contra un poste de luz u se cayó. Luego de unos instantes se largó a
llorar, yo quedé medio inmóvil, era como si me hubiesen despertado un
sueño y estás aturdido. Mi novia enseguida se agachó para ayudarla,
luego de eso recién dispuse mi ayuda hasta que llegó el padre de la
niña. ¿Cómo pudiste ser tan insensible? , fue la
pregunta de mi novia. En ese momento me di cuenta que había actuado
horriblemente al vacilar en ayudar a esa niñita. Venía tan concentrado
en mi mundo y el paseo que no desperté ante la necesidad de otra
persona. Hasta el día de hoy que sigo avergonzado por el hecho. Pero
todo en esta vida sirve y escribo este desagradable incidente por una
cuestión: la insensibilidad humana frente a la necesidad de otros. Es
algo que observo mucho, pues lleva desde una simple indiferencia hacia
nuestro prójimo hasta una espantosa guerra, hambre y pobreza.
Cómo
algo tan pequeño produce tanto desastre, esa falta de sensibilidad,
solidaridad para llamarlo por su nombre, es lo que nos afecta tanto como
sociedad. Y en ese momento me transformé en una de esas tantas personas con una actitud que cualquiera despreciaría.
Espero que para al próxima, yo y ustedes seamos más sensibles y solidarios con los que nos rodean. Un abrazo a todos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario