Más tarde le dijo un discípulo: "En mi búsqueda de Dios estoy dispuesto a renunciar a todo: a la riqueza, a los amigos, a la familia, a mi país y hasta a mi propia vida. ¿Puede una persona renunciar a algo más?"
El Maestro respondió con toda calma: "Sí. A sus creencias sobre Dios".
El discípulo se marchó entristecido, porque estaba muy apegado a sus convicciones. Tenía más miedo a la "ignorancia" que a la muerte.
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