Los monjes de un monasterio cercano pidieron al Maestro que acudiera para ayudarles a resolver una disputa que había surgido entre ellos. Habían oído decir al Maestro que él conocía una técnica infalible para devolver el amor y la armonía a cualquier grupo.
Y en aquella ocasión la reveló: "Cada vez que estés con alguien o pienses en alguien, debes decirte a ti mismo: ´YO ESTOY MURIENDO, Y TAMBIÉN ESA PERSONA ESTÁ MURIENDO´, tratando al mismo tiempo de experimentar la verdad de lo que estás diciendo. Si todos vosotros os ponéis de acuerdo para ponerlo en práctica, desaparecerá la amargura y brotará la armonía".
Dicho lo cual, se marchó.
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