A un visitante que aseguraba no tener necesidad de buscar la Verdad, porque ya la tenía en las creencias de su religión, le dijo el Maestro:
"Había una vez un estudiante que nunca llegó a convertirse en un matemático, porque creía ciegamente en las respuestas que aparecían en las últimas páginas de su texto de matemáticas:... y aunque parezca paradójico, las respuestas eran correctas".
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