"Desearía ver a Dios".
"Estás mirándolo en este mismo momento", dijo el Maestro.
"Entonces, ¿por qué no lo veo?"
"¿Por qué el ojo no se ve a sí mismo?", replicó el Maestro.
Más tarde se explicaba el Maestro de la siguiente manera: "Pedir a un cuchillo que se corte a sí mismo, o a un diente que se muerda a sí mismo, es igual que pedir a Dios que se revele a sí mismo".
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