Cuando los discípulos le pidieron un modelo de espiritualidad que poder imitar, todo cuanto dijo el Maestro fue: "Callad. Escuchad".
Y cuando estaban escuchando los sonidos de la noche fuera de los muros del monasterio, el Maestro se puso a entonar con suave voz el célebre ´haikku":
"Sin presentir siquiera
su temprana muerte,
la cigarra canta".
No hay comentarios:
Publicar un comentario