miércoles, 3 de febrero de 2016

PRESENCIA.


Cuando los discípulos le pidieron un modelo de espiritualidad que poder imitar, todo cuanto dijo el Maestro fue: "Callad. Escuchad".

Y cuando estaban escuchando los sonidos de la noche fuera de los muros del monasterio, el Maestro se puso a entonar con suave voz el célebre ´haikku":

"Sin presentir siquiera
su temprana muerte,
la cigarra canta".

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